1. Introducción
Cuando se abordan los análisis
de poblamiento de muchas regiones del Occidente mediterráneo tardoantiguo hay
un fenómeno que llama la atención a los investigadores: la recuperación del
hábitat en altura y, por consiguiente, la aparición de los denominados
“asentamientos en altura”. Varios han sido los autores que han analizado este
fenómeno en el Sureste y en el Levante peninsular, región en la que se encuadra
nuestra zona, la del Valle del Almanzora (Almería, fig. 2). Todos ellos coinciden en que este fenómeno es producto de un contexto general
de inestabilidad social, que lleva a buscar patrones de asentamiento en los que
prima la protección y el control del entorno, así como de las profundas
transformaciones que se producen en las estructuras socioeconómicas del mundo
tardorromano; a todos estos asentamientos tardorromanos (siglos V al VIII) los englobamos dentro de la definición global de
“asentamientos en altura”.
2. Los Orives (Overa)
Uno de los asentamientos más excéntricos de la zona es el de Los Orives. Este yacimiento, estudiado por Montserrat Menasanch, se ubicaba sobre una elevación que favorecía enormemente el control de las vías de comunicación de su entorno. La situación estratégica de Los Orives permite la vigilancia del paso por el Valle del Almanzora en un punto estratégico que permite la conexión hacia comarcas situadas al norte, en una vía de paso entre Sierra Almagrera y Sierra Almagro. Se trata de una ruta que aparece en diferentes itinerarios medievales, tanto islámicos como cristianos, y que conectaba la comarca con diferentes zonas de la actual provincia de Almería, con el área de Lorca y con las vías que iban hacia Baza y la hoya de Guadix. El asentamiento, con una vida que se extiende desde el siglo V al VIII, parece que se fortificó en el mismo momento que el Cerro de Montroy, como ya hemos apuntado. Salvo la estructura defensiva, a la cual se le adosa posteriormente una torre de forma irregular, no se ha podido identificar de manera clara ningún otro espacio que nos ayude a clarificar mejor la estructura del asentamiento, la funcionalidad de sus espacios y si tenía lugar alguna actividad económica en él.
Lo que sí se ha hallado en Los Orives son cerámicas, tanto de importación como cerámicas a mano y a torneta locales o las algo más estandarizadas de la zona murciana que llegan en el siglo V a la Depresión de Vera; las cerámicas de importación, comparadas con las otras, son bastante más minoritarias, algo extraño en un asentamiento relativamente extenso como este. La dominancia de cerámicas locales o regionales con un nivel de estandarización más alto del habitual en estos productos y la aparición de algunos géneros norteafricanos nos ponen sobre la pista de unos patrones de demanda y consumo distintos a los de otros asentamientos de la comarca.
Al sumar esto último al hecho de que su localización
únicamente primase la situación estratégica respecto de las vías de
comunicación, así como el proceso de fortificación que vive en las mismas fechas que Cerro de Montroy, algunos autores
han propuesto la hipótesis, con la que estamos de acuerdo, de que se trataría
de un castrum bizantino, fortificado a iniciativa de los orientales, al igual que la muralla
de Cerro de Montroy, como parte de su estrategia de control del territorio y
sus comunicaciones. Si relacionamos esto con sus diferentes patrones de demanda
y consumo, quizás podemos plantear la hipótesis de que en el castrum se asentó una guarnición
bizantina a la cual, en alguna medida, se le abastecía con parte de la
producción local. Pero, ahora mismo, esta idea solo puede plantearse como
hipótesis, pues se hace necesario el desarrollo de actividades arqueológicas
que corroboren este aspecto.
3.Conclusión
El conjunto de los asentamientos en altura en la cuenca del Almanzora, presenta una gran variabilidad, aunque tienen en común su ubicación en lugares altos –siempre teniendo en cuenta la altura relativa con respecto al curso de agua más cercano de su entorno, la mayoría están situados a más de 40 m.–, resguardados y con un gran control visual. Es por ello que consideramos que las diferencias existentes entre los distintos asentamientos en altura en una zona tan pequeña como esta, estudiados normalmente bajo una misma denominación, es un indicativo de la necesidad de analizar esta clase de asentamientos de manera más pormenorizada. hasta ahora la investigación ha mostrado que el concepto de “asentamiento en altura” dice más acerca de una cuestión concreta del contexto general, esto es, una supuesta situación de inestabilidad social y de descomposición del sistema económico romano que sería común a buena parte del sur y el levante peninsular, que sobre la naturaleza de los propios asentamientos y el poblamiento entendido como una estructura.
Estamos plenamente de acuerdo con Montserrat Menasanch cuando afirma que toda estructura socioeconómica tiene su correlato espacial, es decir, que, a aquella, sea de la especie que sea, le corresponde unas manifestaciones fenomenológicas espaciales o patrón de asentamiento que engloba dentro de sí realidades tales como los espacios de producción y reproducción social, los patrones de distribución y consumo de los objetos, la relación que mantienen los yacimientos. A continuación, y siempre en función de lo analizado para el Valle del Almanzora y aplicando los puntos antes enumerados al análisis realizado anteriormente, podemos proponer como hipótesis nuevas tipologías de asentamiento en altura propias de este momento histórico (fig. 3):
1) Asentamientos
de pequeño tamaño, como los situados en la sierra de los Filabres, que muestran
una estructura, unos espacios sociales y unos patrones de consumo similares, al
tiempo que evidencian cierta independencia del resto de asentamientos mayores, ubicándose en entornos diversificados que les permiten el
mantenimiento de una economía de subsistencia, pero compleja. En estos
asentamientos hubo de darse lo que Chris Wickham denomina como modo de
producción campesino, propio de pequeñas comunidades que, como
indicó Sonia Gutiérrez Llore, tienen su origen en la fuerza de
trabajo huida del control de los terratenientes. Para este tipo de
asentamientos proponemos la denominación genérica de “pequeño asentamiento
rural”.
2) Por
otro lado, se constata la pervivencia de villae
que sobreviven al trance de la descomposición del Estado romano. La
denominación de villae puede
mantenerse siempre y cuando mantenga las características estructurales que definieron en momentos anteriores este tipo de explotaciones agrícolas con unos espacios sociales y una relación
con el entorno y los asentamientos del entorno de explotación, bajo unos
parámetros de propiedad y de sistema económico típicamente romano. De hecho, es
posible que este tipo de lazos de propiedad sean los principales causantes de
su supervivencia y, por ende, de la de unas élites altamente integradas en el
Estado romano y su cultura sociopolítica, capaces de mantener patrones de
consumo aristocráticos. Ahora bien, la villa
romana es una estructura arqueológica muy concreta, con una cultura material y
una forma de relacionarse con el entorno muy concreta; por ello, si no nos
encontramos en el yacimiento en algún momento con dichas características,
aunque pueda decirse que es un asentamiento de explotación agrícola de mayor
magnitud que uno de los “pequeños asentamientos rurales”, hemos de definirlo de diferente manera. Proponemos para estos últimos casos el genérico de “gran
asentamiento rural”.
3) Por su parte, asentamientos como Los Orives, El Rascador o Cueva del Collado del Conde se nos muestran como yacimientos propios de esta época. Siguiendo el modelo propuesto, parecen funcionar como núcleos de vigilancia de las vías de comunicación o lugares estratégicos, en concreto de fundación bizantina, por la cronología que se le atribuye y por el tipo de materiales con el que se abastece. No obstante, a nivel estructural y de espacios se observa una mayor complejidad en El Rascador y en Los Orives, núcleo este que, además, aparece amurallado, que en Cueva del Collado del Conde. Sin embargo, la naturaleza de este tipo de yacimientos, para los que proponemos la denominación latina de“castra” aparece altamente mediatizada por su ubicación, su relación con el entorno y la funcionalidad que se le otorga, lo que nos lleva a considerar que son estos parámetros los que más pesan a la hora de llevar a cabo su definición tipológica.
4) Quizás el tipo de asentamiento que más
problemas genera es el de Cerro de Montroy, al que debemos adherir el puerto de
Villaricos, el yacimiento de la Baria
imperial, conformándose así un nuevo tipo de asentamiento en la zona, de
carácter disperso al contar con un centro en altura y un barrio portuario
periférico. Este asentamiento funciona como eje rector de una zona concreta, la
desembocadura del Almanzora y aledaños, con patrones de consumo complejos y con
producciones de tipo industrial, aunque a pequeña escala, y como puerto de
entrada en el Valle del Almanzora de productos de importación, al tiempo que, a nivel estructural y topográfico no alcanza las dimensiones ni la naturaleza de otros
núcleos que podríamos considerar núcleos urbanos, como el caso del Tolmo de
Minateda. Quizás estemos ante asentamientos que podamos definir como “aldeas” o “poblados” para esta
época, aunque diferentes de los vici
de época imperial o de las aldeas medievales. Al mismo tiempo, como muestra
Chris Wickham en su trabajo, estos asentamientos de tipo aldeano pueden diferir
entre sí: el Cerro de Montroy presenta indicios de la presencia de algún tipo
de aristocracia y de depender de cierto tipo de instancia política superior,
sin embargo, este historiador constata la existencia en otras zonas del
Mediterráneo Occidental de aldeas donde priman las relaciones del modo de
producción campesino o aún asentamientos aldeanos de tipo mixto. Es por todo
ello que para este tipo de asentamientos proponemos la denominación de “aldeas
tardoantiguas”, aunque dicha nomenclatura queda sujeta a revisión pues es
necesario seguir profundizando y compararlo con otros yacimientos de este tipo
en el Sur y el Levante peninsular.
YACIMIENTOS |
TIPOLOGÍA |
1 Cerro Montroy |
Aldea tardoantigua |
2 Los Orives |
Castrum |
3 El Cañico |
Pequeño asentamiento rural |
4 Alto del Púlpito |
Pequeño asentamiento rural |
5 Lugar Viejo de Fines |
Villa/ Gran
asentamiento rural |
6 Cjo. Onegar |
Villa/ Gran
asentamiento rural |
7 La Loba |
Villa/ Gran
asentamiento rural |
8 Los Prados |
Villa/ Gran
asentamiento rural |
9 Cerrá IV |
Aldea tardoantigua
(¿?) |
10 Era de la Umbría |
Pequeño asentamiento rural |
11 Cjo. Clemente |
Pequeño asentamiento rural |
12 Piedra Illora |
Pequeño asentamiento rural |
13 Los Canos |
Pequeño asentamiento rural |
14 Los Checas |
Pequeño asentamiento rural |
15 Cerrá de Alcóntar-2 |
Pequeño asentamiento rural |
16 Cueva del Collado del Conde |
Castrum |
17 El Rascador |
Castrum |
Fig. 3. Tabla de yacimientos en altura y su tipología en el
periodo tardorromano, según la propuesta presentada.
TEXTOS: Francisco PÉREZ MARTÍNEZ
María Juana LÓPEZ MEDINA.
FOTO: AMIGOS DEL MUSEO DE LORCA
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