sábado, 2 de marzo de 2024

 

OVERA DURANTE LOS SIGLOS XV-XVI y XVII

De enclave nazarí principal a la exención de villazgo y la creación del municipio de Huércal-Overa.

Por Juan D. Pardo Valera

Idealización del Castillo de Overa en su máximo esplendor

         Las vicisitudes de nuestra tierra en estos siglos decisivos para el futuro son muy intensas y llenas de momentos claves en la historia de la península Ibérica y de toda Europa. Siglos antes, con la llegada de los árabes, se inaugura una nueva época para nuestra tierra. El rey Teodomiro -visigodo- consigue un acuerdo con los árabes y aunque bajo su poder, consigue unas condiciones de autonomía -La Cora de Tudmir-.

   Este espacio geográfico y político del sureste, con bastantes altibajos, se mantiene hasta la caída de Lorca y su comarca en poder de los cristianos, en el año 1246. A partir de entonces, Overa y su torre defensiva de Huércal son frontera entre dos mundos durante dos siglos y medio. Dos mundos -el cristiano y el musulmán- en constante disputa, compartiendo periodos de guerra y otros de armisticio e intensas relaciones comerciales y personales.

    La vida en la frontera es dura, peligrosa y llena de cambios. Tanto los cristianos de Lorca como los árabes de Vera y Purchena montan “cabalgadas” para castigar al contrario y robarle sus bienes más preciados: mujeres, jóvenes, ganados, cosechas…Nuestro castillo de Overa resiste varios asedios y se alza como el símbolo del poder musulmán en toda la frontera… Solo la arriesgada aventura del capitán Tomás de Morata consigue tomarlo al asalto a principios del siglo XV y permanecerá bajo mandato cristiano por poco más de una década, hasta que vuelve a dominio árabe, .

1.      Entrega del castillo de Overa a los Reyes Católicos

      En el año 1488, tras el decaimiento del poder nazarí y el avance de las tropas cristianas mandadas por los Reyes Católicos. En julio de ese año 1488, nuestro territorio cae en manos de los Reyes Católicos – de las tropas del Conde de Lorca que es quien pone el grueso de sus efectivos bajo la enseña de los Reyes-, que reciben en el Real de Antas, las llaves del castillo de Overa y todos sus territorios, así como el resto de fortalezas del Almanzora.  Se acuerda proteger la vida, propiedades y religión de sus moradores árabes a cambio de la sumisión e impuestos y pasan a denominarse “mudéjares y después, moriscos”.

   Este desplazamiento del poder político de la Vera nazarí a la Lorca cristiana, es tremendamente perjudicial para la importancia político-militar de Overa, que ve como su importancia estratégica cae en picado, al dejar de ser el gran bastión de la frontera y ver como su vecina Huércal adquiere toda la ventaja a estar más próxima a Lorca y convertirse en el acuartelamiento militar en torno a su potente torre.

  En el siglo XVI el declive poblacional de Overa se ve incrementado por el gran peligro que suponen las invasiones de piratas berberiscos en las costas almerienses – que en su cenit toman el pueblo de Cuevas y esclavizan a todos sus habitantes-. Esto, unido a la inseguridad general, da un cambio radical en el poblamiento, pasando Overa de ser la gran población del Almanzora a ir quedando paulatinamente despoblada.

     En esta época, nuestro territorio pasa a formar parte de Lorca, de donde depende administrativamente. – Se lo entregan los Reyes Católicos como compensación por los servicios prestados-,

     Pero no es una buena época para nosotros, por el despoblamiento y la falta de interés de las administraciones en nuestros problemas.

     Las grandes extensiones de pastos de La Ermita son una de las razones fundamentales por las que Vera y Lorca se enzarzan en un pleito de muchas décadas: La Ballabona, El Campico de Nubla, La Salailla, Las Rellanas... son el objeto de deseo de unos y otros por la gran riqueza ganadera que representaban.

                                                               Castillo de Overa en la actualidad

 2.      La rebelión de los moriscos

    El incumplimiento de los acuerdos de rendición del Reino Nazarí, incluidos los firmados en el Real de Antas de 1488, hace que, en 1568, los moriscos se subleven en las Alpujarras, bajo el mando de Aben Humeya, y bajen todo el río Almanzora sublevando a la población morisca, con la pretensión de tomar Vera y recibir ayuda del norte de África. Nuestro territorio se convierte en campo de batalla y tras la derrota de los sublevados, estos “moriscos” son expulsados del territorio a otras zonas de España: Castilla, Aragón, Murcia. Quedando el territorio deshabitado a expensa de ser repoblado por cristianos, venidos de otras zonas de España – sobre todo del levante-. Huércal es repoblada, no así Overa por la inseguridad imperante en la comarca. Esto fue la puntilla final al declive de Overa, pasando de ser un enclave estratégico fundamental en el reino nazarí a un mero comparsa de Huércal a partir de estos tiempos.

   En 1668, Huércal y Overa compran su independencia de Lorca y se constituyen en municipio independiente con el nombre de Huércal- Overa.

La ribera del Almanzora, lugar de fértil vega y vida sencilla

 1.      Overa y Huércal (3 de marzo de 1668)

 

    La exención o emancipación de villazgos fue un hecho frecuente en España durante los siglos XV al XVII, sobre todo como efecto de la venta de jurisdicciones, ya fueran señoríos o villas. Este recurso fiscal, que no deja de poseer una trascendencia política y social, se hizo dentro de un proceso más general de almoneda de mercedes, que terminó

afectando a alcabalas, enclaves, hidalguías, hábitos de órdenes militares, encomiendas,

títulos nobiliarios o hasta los principales cargos de la administración. En algunos

territorios dio lugar a cambios o redistribuciones del espacio político de cierta consideración. En consecuencia, no es un asunto menor estos procesos de separación jurisdiccional que se dieron a lo largo de los tiempos modernos. Sus múltiples posibilidades de análisis otorgan a los villazgos una posición privilegiada para percibir las consecuencias de la venalidad, la práctica política entre Corona y población -especialmente la que habitaba el espacio rural-, así como la construcción de discursos políticos desde las instituciones locales que la representaban


  Huércal y Overa, dos de las aldeas del extenso término de la ciudad de Lorca, fueron de las primeras en conseguir su villazgo el 3 de marzo de 1668. Contaban en ese momento con 120 vecinos y eran el centro de un amplio espacio que, desde los tiempos nazaríes, se empleaba para la invernada de los ganados de Guadix y la Hoya de Baza; el fin de la frontera granadina no modificaría esta realidad económica, sino que incrementarían los intereses ganaderos por estos pastos situados entre las poderosas ciudades de Lorca y Vera, y los estados del marqués de los Vélez, adelantado y capitán mayor del reino de Murcia. Ya en el siglo XVII, los mercaderes genoveses de lanas apreciarían las posibilidades comerciales de esta zona, desarrollando tal control sobre el mismo que uno de ellos, don Juan Bautista Montanaro, vecino de Cartagena, sería nombrado en 1708 por el archiduque Carlos de Austria marqués de Huércal-Overa. Así pues, en la emancipación municipal de este territorio estratégicamente situado entre los reinos de Murcia y Granada no serían ajenos los amplios intereses mercantiles que por entonces se estaban construyendo. Su venta continuaba la práctica del reinado de Felipe IV de ventas de vasallos, cuya autorización habían otorgado con grandes reticencias las Cortes de 1625-1630 para obtener ingresos económicos con los que sufragar los gastos de la Monarquía. La venta de Huércal y Overa se hizo en régimen de factoría, es decir, el beneficio se aplicaba para pagar a uno o varios asentistas que habían prestado grandes sumas de dinero a la Corona para atender gastos perentorios ocasionados por las guerras de Portugal y de Devolución entre 1665 y 1668. Aunque estaba estipulado el precio por el consejo de Hacienda en 6.200 ducados la legua de territorio, además de la media anata de la merced, la enajenación de estas aldeas se efectuó por error en 5.600 ducados la legua, cantidad que el propio órgano hacendístico trató de solventar posteriormente. No obstante, los vecinos pagaron finalmente más de lo estipulado en un principio, puesto que tuvieron que hacer frente al censo pedido sobre los bienes de propios –su codiciada zona de pastos de La Ballabona, el Campico de Nubla y las rellanas– para satisfacer el capital principal. Tampoco fue sencillo el amojonamiento de la nueva villa, ya que la propia ciudad de Lorca denunció la violencia con la que se realizó y la parcialidad con la que actuó el juez de comisión enviado por la Cámara de Castilla: le acusaba de no respetar los deslindes que se hacían desde finales del siglo XVI, al permitir las demandas de los representantes de la nueva villa y perjudicando hasta en tres cuartos de legua el término lorquino. Para los vecinos de Huércal-Overa, su villazgo y la compra de los oficios concejiles provocó un alto endeudamiento de la hacienda local, de manera que el nuevo ayuntamiento todavía debía a mediados del siglo XVIII una gran suma de dinero por el acceso a su ansiada libertad municipal

 

BIBLIOGRAFÍA:

1. NUBLA, La ermita de La Concepción-Overa. J.D. Pardo Valera. Huércal-Overa, Ayuntamiento 2022.

2. Huércal y Overa, un espacio en disputa. Alfonso González. Ayuntamiento de Huércal-Overa 2020

3. Huércal y Overa: de enclaves nazaríes a villas cristianas (1244-1571), J. F. Jiménez Alcázar Huércal-Overa, Ayuntamiento, 1996.

4. L. Buendía Porras y J. D. Muñoz Rodríguez, “Nuevos poderes para nuevos espacios. Los diputados de la marina murciana en la vertebración política del territorio (S.XVI-XVIII)”, Murgetana, 107, 2002, pp. 73-91.

5 V. Montojo Montojo y F. Maestre de San Juan-Pelegrín, “Las relaciones comerciales entre el Reino de Granada y el Reino de Murcia en la Edad Moderna”, en M. Barrios Aguilera y Á. Galán Sánchez (coord.),

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