miércoles, 1 de abril de 2020

IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL CASTILLO DE OVERA. Por Alfonso González Sánchez.(*)

Castillo de Overa, un enclave fundamental en la defensa del valle del Almanzora. Foto: J. Pardo

      Hoy, cuando pasan ya más de cinco siglos desde que la musulmana Overa cayera en manos cristianas, lo que más llama la atención de este antiguo poblado fortaleza es el estado de abandono en el que se encuentra. No obstante, los derrumbes que cubren su superficie, la pérdida de su alzado, y en general la destrucción estructural que presenta, no son obstáculo para entrever la importancia que en su momento de apogeo caracterizaba al lugar.
       Basta ascender al promontorio sobre el que se asienta, junto a la barriada de Santa Bárbara, para observar en su plenitud la extensión del yacimiento, en el que se aprecian dos áreas perfectamente diferenciadas, una militar y la otra poblacional. En la primera, coronando la parte más prominente del monte, media torre destaca sobre otras estructuras que se apiñan alrededor de su base, y junto a éstas los restos de lo que fue un aljibe, con su bóveda también derruida. Hacia el oeste, en un plano inferior, se observan las ruinas de pequeñas dependencias, restos de lo que antaño fueron las viviendas de los vecinos, enmarañadamente adosadas para facilitar el paso por el poblado. Pero que a nadie llame a confusión, que no son los que se ven los únicos restos del lugar, ya que el nivel superficial que presenta no es el que exhibía entonces, sino la altura de sus derrumbes, que encierran bajo ellos todo un potencial arqueológico.
   La extensión del emplazamiento quedó documentada poco después de su capitulación, gracias a la demanda que Vera presentó contra Lorca en 1511, reclamando la jurisdicción de los términos que la ciudad murciana atribuía a sus aldeas, que eran conocidos por Campo de Huércal. En 1519 el pleito fue fallado en la Chancillería a favor de la demandante, viendo Lorca reducida su jurisdicción estrictamente a los núcleos de población y cincuenta pasos alrededor de ellos. Por un auto del tribunal granadino se personaría poco después en Overa un receptor, que en ejecución de la sentencia asentaría los límites de las propiedades que correspondían a una y otra ciudad. Atendiendo a las referencias por donde fue colocando los mojones, se pueden conocer detalles interesantes del sitio, aunque lamentablemente no todo lo precisas que sería de desear. Comenzando éste su misión…

1- “... desde la esquina de las casas de Alonso de Atoar y al fin dellos se hizo el mojon en un çerro çerca del camino q va a Huercal.
2- ... desde la esquina de la torre de la çerca del lugar a la parte del mediodia y al fin dellos se hizo otro mojon de tierra y piedra en la ladera de un çerro aguas vertientes hazia el camino q[ue] va al molino y cabe un lantisco.
3- ... se midieron y al fin dellos se hizo un mojon de tierra y piedras a la parte del dicho lugar de Huercal encima de unas peñas a la parte del lebante entre unas peñas.
4- ... de la esquina de unas peñas ques el çimyento de la çerca y al fin dellos se hizo un mojon de piedras en una ladera hazia el mediodia y el rio de Almançora.
5- ... desde la esquina de un y edificio de casas de Juan Mar hazia el mediodia y al fin dellos se hizo el 5º mojon de piedras junto a un camino q va a el rio.
6- ... desde las esquinas de las casas de Garcia de la Torre y al fin dellos se hizo otro mojon de piedra cabe un barranco junto a un artos al mediodia.
7- ... hazia la parte de las huertas desde la esquina de las casas de Rodrigo de Sierra y al fin dellos se hizo un mojon de piedra en un çerro en la ladera de la questa del dicho lugar aguas vertientes hazia la huerta.
8- ... desde la equina de las casas de Pedro Çapata a el ponyente y al fin dellos se hizo un mojon de piedra junto a el camino q[ue] viene de las huertas a el dicho lugar en la ladera della q[ue] esta por donde suben a el lugar.”
 
Visión cenital del castillo de Overa.
    Para conocer sus orígenes hay que remontarse al menos a la fundación del reino nazarí de Granada, cuando estaba formado por parte las provincias de Jaén, Murcia y Cádiz y la totalidad de las de Almería, Málaga y Granada, a un tiempo en el que era gobernado por Muhammad Ibn Nasr. Desde 1238, reinando Fernando III, la Corona tuvo en este sultán a un aliado, hasta que en 1262 su sucesor Alfonso X, le solicitó la cesión de las plazas de Tarifa y Algeciras para poder dominar el estrecho, en lo que el nazarí vio que su reino corría peligro, al quedar aislado de Berbería. Para evitarlo rompió los lazos que le unían a la Corona y conspiró con vasallos mudéjares de los reinos vecinos para debilitar el poder real, lo que llevó a los murcianos a la rebelión en 1264. En 1267, un año después de ser aplastada, Muhammad I firmó la paz con Alfonso X, volviendo a rendir vasallaje al rey cristiano, al que tendría que pagar doscientos mil maravedíes anualmente. 
     Por tal motivo, dando por sentado que para entonces ya existía el poblado de Overa, entiendo que comenzó a fortificarse en el mismo instante en que Muhammad I inició sus hostilidades con el rey castellano, ya que atendiendo al estado en el que quedaría la frontera, cómo iba a resistir sin defensa alguna una población tan próxima a Lorca, en poder del Rey Sabio desde 1244; de la misma manera que tampoco podía quedar la principal plaza comarcal y cabeza de taha, que era Vera, sin tener adelantadas unas sólidas defensas. Algún día, la excavación y puesta en valor del yacimiento evidenciará que la fortificación del poblado fue realizada en diferentes etapas, o en caso contrario que Overa fue creada directamente como bastión de la frontera nazarí.
 
Ruinas de diversas dependencias del castillo de Overa.
    
      En 1304 el lugar ya estaba protegido por una muralla perimetral, como pudiera acreditar el hecho de que el aragonés Berenguer de Cardona, maestre del Temle, junto con Pedro de Monteagudo, procurador general de Murcia, y Alabbas Ben Rahu, jefe africano al servicio de Jaime II, con una fuerza de cuatrocientos jinetes y ciento cincuenta peones, tras asaltar la comarca produciendo daños en los campos de Zurgena, Vera y Cuevas, talaran la huerta de Overa sin causar otro daño a los vecinos. A partir de entonces las defensas se seguirían reforzando, como parece ser avalado en el año 1410, cuando el lorquino Pedro Rui Dávalos, capitán general de la frontera, al frente de un ejército local, junto con Alonso Yáñez Fajardo y tropas murcianas, cayeron sobre Cantoria, Zurgena y otros pueblos del Almanzora, saqueando las villas y haciendo presa entre sus vecinos. De regreso a la ciudad, al pasar con el botín ante las puertas de Overa, no llegaron ni tan siquiera de acometer el lugar. Los cristianos tuvieron que esperar aún un cuarto de siglo para doblegarla; fue en 1439, cuando el adelantado murciano Alonso Yáñez Fajardo, hijo homónimo del anterior, con tropas de esa ciudad,  acompañado por el alcaide lorquino Fernández Piñero y su gente de armas, tras vencer y someter a vasallaje a Cúllar, Oria, Cantoria, Albox, Arboleas y Zurgena, se dirigieron a Overa con intención de asaltarla también, lo que según las crónicas solo se pudo lograr gracias al arrojo del capitán lorquino Tomás de Morata, llegando a asegurar posteriormente el de Murcia no haber hallado hasta entonces resistencia tan tenaz. En 1443 los granadinos reconocieron a los cristianos la posesión de las villas que habían conquistado desde 1437, no obstante, entre 1445 y 1446, Albox, Albanchez, Arboleas, Zurgena, Overa y Cuevas volvieron de nuevo a manos musulmanas.

     Por un hecho documentado, acaecido en diciembre de 1483, se puede verificar incuestionablemente la importancia estratégica del lugar. Sucedió que dicho mes se extendió por toda Lorca el falso rumor de que Overa había sido tomada por el capitán Juan de Benavides y el Corregidor. El concejo lorquino, nada más hacerse oídos de él, le otorgó una veracidad que no tenía, y recelándose que cargaría sobre el lugar para recuperarlo todo el reino de Granada, pidió urgentemente socorro a Murcia, quien a su vez ordenó sin dilación a los pueblos vecinos que, bajo pena de muerte, salieran al socorro todos los vecinos disponibles, quedando sin efecto tras informar Lorca del error que había cometido. La anécdota, que como valor histórico puede carecer de relevancia, es excepcional para evidenciar la importancia de este enclave, pequeño atendiendo a su vecindad y extensión, pero formidable para la defensa del reino granadino. Su contexto fronterizo, o su estratégica ubicación a orillas del río Almanzora, vía natural de paso entre la costa y el interior, en el punto donde se cruza con el camino real entre Lorca y Vera, o ambas circunstancias a la vez, hacían que así fuese.

     En tiempo de moros todos los lugares fronterizos del reino de Granada o eran fortalezas o casas-fuertes. Overa inicialmente formaba parte del segundo grupo, lo que en ningún momento restó valor a su categoría, ya que tal y como manifestaban quienes la conocían, la villa era tan fuerte como una fortaleza.  
La torre principal del castillo en peligro inminente de caída.

     La torre, en el estado que hoy se encuentra, forma parte del proyecto inacabado de convertirla en fortaleza. Su construcción fue ordenada por un importante personaje de Vera, al que las crónicas se refieren como jeque Zeye, quien al efecto ordenó a las poblaciones vecinas el envío de gente para edificarla, así como para construir a un tiempo la de la Ballabona. Esta última, por ser de menor entidad, fue enteramente concluida, pero la de Overa quedo inacabada, ya que quien mismo ordenó erigirla mandó cesar los trabajos. Se comprende que Vera en su defensa, que era la de toda su taha y por extensión la del reino granadino, dispusiera los puntos de su frontera que reforzar, sufragando y dirigiendo las obras según lo narrado, pero además la ciudad siempre se hizo cargo del mantenimiento y conservación de los adarves del poblado overense, sin duda por lo que decían sus vecinos de que la “casa” de Overa era del rey de Granada, quien directamente ponía alcaide de entre sus mejores caballeros, por estar frontera con Lorca -aunque quizá esta última afirmación esté más relacionado con Huércal que con Overa-.
       Otra particular circunstancia de Overa, era que junto con Huércal gozaba de privilegio real para acoger homicianos, lo que además de en ellas solo se daba en Castril, según consta. Tres años era el plazo que generalmente habían de servir estos prófugos de la justicia en ellas para expiar su culpa, a partir de los cuales podían circular libremente y vivir donde quisieran sin temor alguno. A los alcaides que la gobernaban durante el mismo periodo, el monarca los nombraba caudillos en una ciudad principal del reino. Dado la continua presencia de criminales en ambos lugares, había quien afirmaba que en ellos solo había rufianes y mozos traviesos, y decían verdad, aunque solo de referirse a Huércal, que era una plaza exclusivamente castrense, pero no a Overa por la parte que afecta a la población civil. La cita a los mozos traviesos se debía a que junto a mercenarios y homicianos, defendían la plaza jóvenes de las poblaciones comarcanas, que eran reclutados al cumplir quince años de edad. También la justicia de Vera, cuando en tiempos de guerra Overa precisaba de personal, sacaba a jóvenes de la ciudad para servir en ella, aunque generalmente ninguno quería ir, conscientes del peligro al que se verían expuestos.
     Overa se entregó a la Corona por capitulación en 1488, poniendo el dominio castellano fin a siglos de luchas fronterizas. La pacificación de la zona fue relegando su papel de plaza fuerte de primer orden al de simple villa. Por razones que están por determinar, que seguramente guardan relación con la seguridad, la población fue viniendo a menos, hasta que, en 1569, en los últimos estadios de la Guerra de las Alpuxarras, fue finalmente abandonada por sus vecinos, sin que ya nunca más volvieran a ella. Cuando décadas después los repobladores cristianos comenzaron a asentarse por sus fértiles pagos, la casa fuerte no era más que una sombra de lo que fue, de su honroso pasado solo quedaban ya los escombros.

(*) Aportación a la I Jornada de estudio: ¡Salvemos el castillo de Overa!.


Alfonso González es autor de los libros:

- Huércal y Overa, un espacio fronterizo.(siglos XIII al XV)

- Huércal y Overa, un espacio en disputa (siglo XVI)

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