Castillo de Overa, un enclave fundamental en la defensa del valle del Almanzora. Foto: J. Pardo |
Hoy, cuando pasan ya más de cinco siglos
desde que la musulmana Overa cayera en manos cristianas, lo que más llama la
atención de este antiguo poblado fortaleza es el estado de abandono en el que
se encuentra. No obstante, los derrumbes que cubren su superficie, la pérdida de
su alzado, y en general la destrucción estructural que presenta, no son
obstáculo para entrever la importancia que en su momento de apogeo
caracterizaba al lugar.
Basta ascender al promontorio sobre el que
se asienta, junto a la barriada de Santa Bárbara, para observar en su plenitud
la extensión del yacimiento, en el que se aprecian dos áreas perfectamente
diferenciadas, una militar y la otra poblacional. En la primera, coronando la
parte más prominente del monte, media torre destaca sobre otras estructuras que
se apiñan alrededor de su base, y junto a éstas los restos de lo que fue un
aljibe, con su bóveda también derruida. Hacia el oeste, en un plano inferior,
se observan las ruinas de pequeñas dependencias, restos de lo que antaño fueron
las viviendas de los vecinos, enmarañadamente adosadas para facilitar el paso por
el poblado. Pero que a nadie llame a confusión, que no son los que se ven los
únicos restos del lugar, ya que el nivel superficial que presenta no es el que
exhibía entonces, sino la altura de sus derrumbes, que encierran bajo ellos todo
un potencial arqueológico.
La extensión del emplazamiento quedó documentada
poco después de su capitulación, gracias a la demanda que Vera presentó contra
Lorca en 1511, reclamando la jurisdicción de los términos que la ciudad
murciana atribuía a sus aldeas, que eran conocidos por Campo de Huércal. En 1519
el pleito fue fallado en la Chancillería a favor de la demandante, viendo Lorca
reducida su jurisdicción estrictamente a los núcleos de población y cincuenta
pasos alrededor de ellos. Por un auto del tribunal granadino se personaría poco
después en Overa un receptor, que en ejecución de la sentencia asentaría los
límites de las propiedades que correspondían a una y otra ciudad. Atendiendo a
las referencias por donde fue colocando los mojones, se pueden conocer detalles
interesantes del sitio, aunque lamentablemente no todo lo precisas que sería de
desear. Comenzando éste su misión…
1- “... desde la esquina de las casas de Alonso de Atoar y al fin
dellos se hizo el mojon en un çerro çerca del camino q va a Huercal.
2- ... desde la esquina de la torre de la çerca del lugar a la parte
del mediodia y al fin dellos se hizo otro mojon de tierra y piedra en la ladera
de un çerro aguas vertientes hazia el camino q[ue] va al molino y cabe un lantisco.
3- ... se midieron y al fin dellos se hizo un mojon de tierra y piedras
a la parte del dicho lugar de Huercal encima de unas peñas a la parte del
lebante entre unas peñas.
4- ... de la esquina de unas peñas ques el çimyento de la çerca y al
fin dellos se hizo un mojon de piedras en una ladera hazia el mediodia y el rio
de Almançora.
5- ... desde la esquina de un y edificio de casas de Juan Mar hazia el
mediodia y al fin dellos se hizo el 5º mojon de piedras junto a un camino q va
a el rio.
6- ... desde las esquinas de las casas de Garcia de la Torre y al fin
dellos se hizo otro mojon de piedra cabe un barranco junto a un artos al
mediodia.
7- ... hazia la parte de las huertas desde la esquina de las casas de
Rodrigo de Sierra y al fin dellos se hizo un mojon de piedra en un çerro en la
ladera de la questa del dicho lugar aguas vertientes hazia la huerta.
8- ... desde la equina de las casas de Pedro Çapata a el ponyente y al
fin dellos se hizo un mojon de piedra junto a el camino q[ue] viene de las huertas a el dicho lugar en la
ladera della q[ue] esta por donde
suben a el lugar.”
Para conocer sus orígenes hay que remontarse
al menos a la fundación del reino nazarí de Granada, cuando estaba formado por
parte las provincias de Jaén, Murcia y Cádiz y la totalidad de las de Almería,
Málaga y Granada, a un tiempo en el que era gobernado por Muhammad Ibn Nasr. Desde
1238, reinando Fernando III, la Corona tuvo en este sultán a un aliado, hasta
que en 1262 su sucesor Alfonso X, le solicitó la cesión de las plazas de Tarifa
y Algeciras para poder dominar el estrecho, en lo que el nazarí vio que su
reino corría peligro, al quedar aislado de Berbería. Para evitarlo rompió los
lazos que le unían a la Corona y conspiró con vasallos mudéjares de los reinos vecinos
para debilitar el poder real, lo que llevó a los murcianos a la rebelión en
1264. En 1267, un año después de ser aplastada, Muhammad I firmó la paz con
Alfonso X, volviendo a rendir vasallaje al rey cristiano, al que tendría que
pagar doscientos mil maravedíes anualmente.
Por tal motivo, dando por sentado que para
entonces ya existía el poblado de Overa, entiendo que comenzó a fortificarse en
el mismo instante en que Muhammad I inició sus hostilidades con el rey
castellano, ya que atendiendo al estado en el que quedaría la frontera, cómo
iba a resistir sin defensa alguna una población tan próxima a Lorca, en poder
del Rey Sabio desde 1244; de la misma manera que tampoco podía quedar la principal
plaza comarcal y cabeza de taha, que era Vera, sin tener adelantadas unas
sólidas defensas. Algún día, la excavación y puesta en valor del yacimiento
evidenciará que la fortificación del poblado fue realizada en diferentes etapas,
o en caso contrario que Overa fue creada directamente como bastión de la
frontera nazarí.
En 1304 el lugar ya estaba protegido por una
muralla perimetral, como pudiera acreditar el hecho de que el aragonés
Berenguer de Cardona, maestre del Temle, junto con Pedro de Monteagudo,
procurador general de Murcia, y Alabbas Ben Rahu, jefe africano al servicio de
Jaime II, con una fuerza de cuatrocientos jinetes y ciento cincuenta peones,
tras asaltar la comarca produciendo daños en los campos de Zurgena, Vera y
Cuevas, talaran la huerta de Overa sin causar otro daño a los vecinos. A partir
de entonces las defensas se seguirían reforzando, como parece ser avalado en el
año 1410, cuando el lorquino Pedro Rui Dávalos, capitán general de la frontera,
al frente de un ejército local, junto con Alonso Yáñez Fajardo y tropas
murcianas, cayeron sobre Cantoria, Zurgena y otros pueblos del Almanzora,
saqueando las villas y haciendo presa entre sus vecinos. De regreso a la
ciudad, al pasar con el botín ante las puertas de Overa, no llegaron ni tan
siquiera de acometer el lugar. Los cristianos tuvieron que esperar aún un
cuarto de siglo para doblegarla; fue en 1439, cuando el adelantado murciano
Alonso Yáñez Fajardo, hijo homónimo del anterior, con tropas de esa ciudad, acompañado por el alcaide lorquino Fernández
Piñero y su gente de armas, tras vencer y someter a vasallaje a Cúllar, Oria,
Cantoria, Albox, Arboleas y Zurgena, se dirigieron a Overa con intención de
asaltarla también, lo que según las crónicas solo se pudo lograr gracias al
arrojo del capitán lorquino Tomás de Morata, llegando a asegurar posteriormente
el de Murcia no haber hallado hasta entonces resistencia tan tenaz. En 1443 los
granadinos reconocieron a los cristianos la posesión de las villas que habían
conquistado desde 1437, no obstante, entre 1445 y 1446, Albox, Albanchez,
Arboleas, Zurgena, Overa y Cuevas volvieron de nuevo a manos musulmanas.
Por un hecho documentado, acaecido en
diciembre de 1483, se puede verificar incuestionablemente la importancia
estratégica del lugar. Sucedió que dicho mes se extendió por toda Lorca el
falso rumor de que Overa había sido tomada por el capitán Juan de Benavides y
el Corregidor. El concejo lorquino, nada más hacerse oídos de él, le otorgó una
veracidad que no tenía, y recelándose que cargaría sobre el lugar para recuperarlo
todo el reino de Granada, pidió urgentemente socorro a Murcia, quien a su vez ordenó
sin dilación a los pueblos vecinos que, bajo pena de muerte, salieran al
socorro todos los vecinos disponibles, quedando sin efecto tras informar Lorca
del error que había cometido. La anécdota, que como valor histórico puede
carecer de relevancia, es excepcional para evidenciar la importancia de este enclave,
pequeño atendiendo a su vecindad y extensión, pero formidable para la defensa
del reino granadino. Su contexto fronterizo, o su estratégica ubicación a
orillas del río Almanzora, vía natural de paso entre la costa y el interior, en
el punto donde se cruza con el camino real entre Lorca y Vera, o ambas
circunstancias a la vez, hacían que así fuese.
En tiempo de moros todos los lugares
fronterizos del reino de Granada o eran fortalezas o casas-fuertes. Overa
inicialmente formaba parte del segundo grupo, lo que en ningún momento restó
valor a su categoría, ya que tal y como manifestaban quienes la conocían, la villa
era tan fuerte como una fortaleza.
La torre principal del castillo en peligro inminente de caída. |
La torre, en el estado que hoy se encuentra,
forma parte del proyecto inacabado de convertirla en fortaleza. Su construcción
fue ordenada por un importante personaje de Vera, al que las crónicas se refieren
como jeque Zeye, quien al efecto ordenó a las poblaciones vecinas el envío de
gente para edificarla, así como para construir a un tiempo la de la Ballabona.
Esta última, por ser de menor entidad, fue enteramente concluida, pero la de Overa
quedo inacabada, ya que quien mismo ordenó erigirla mandó cesar los trabajos. Se
comprende que Vera en su defensa, que era la de toda su taha y por extensión la
del reino granadino, dispusiera los puntos de su frontera que reforzar, sufragando
y dirigiendo las obras según lo narrado, pero además la ciudad siempre se hizo
cargo del mantenimiento y conservación de los adarves del poblado overense, sin
duda por lo que decían sus vecinos de que la “casa” de Overa era del rey de
Granada, quien directamente ponía alcaide de entre sus mejores caballeros, por estar
frontera con Lorca -aunque quizá esta última afirmación esté más relacionado
con Huércal que con Overa-.
Otra particular
circunstancia de Overa, era que junto con Huércal gozaba de privilegio real
para acoger homicianos, lo que además de en ellas solo se daba en Castril,
según consta. Tres años era el plazo que generalmente habían de servir estos
prófugos de la justicia en ellas para expiar su culpa, a partir de los cuales
podían circular libremente y vivir donde quisieran sin temor alguno. A los
alcaides que la gobernaban durante el mismo periodo, el monarca los nombraba
caudillos en una ciudad principal del reino. Dado la continua presencia de
criminales en ambos lugares, había quien afirmaba que en ellos solo había
rufianes y mozos traviesos, y decían verdad, aunque solo de referirse a
Huércal, que era una plaza exclusivamente castrense, pero no a Overa por la
parte que afecta a la población civil. La cita a los mozos traviesos se debía a
que junto a mercenarios y homicianos, defendían la plaza jóvenes de las
poblaciones comarcanas, que eran reclutados al cumplir quince años de edad. También
la justicia de Vera, cuando en tiempos de guerra Overa precisaba de personal, sacaba
a jóvenes de la ciudad para servir en ella, aunque generalmente ninguno quería
ir, conscientes del peligro al que se verían expuestos.
Overa se entregó
a la Corona por capitulación en 1488, poniendo el dominio castellano fin a
siglos de luchas fronterizas. La pacificación de la zona fue relegando su papel
de plaza fuerte de primer orden al de simple villa. Por razones que están por
determinar, que seguramente guardan relación con la seguridad, la población fue
viniendo a menos, hasta que, en 1569, en los últimos estadios de la Guerra de las Alpuxarras, fue finalmente
abandonada por sus vecinos, sin que ya nunca más volvieran a ella. Cuando
décadas después los repobladores cristianos comenzaron a asentarse por sus
fértiles pagos, la casa fuerte no era más que una sombra de lo que fue, de su honroso
pasado solo quedaban ya los escombros.
(*) Aportación a la I Jornada de estudio: ¡Salvemos el castillo de Overa!.
- Huércal y Overa, un espacio fronterizo.(siglos XIII al XV)
- Huércal y Overa, un espacio en disputa (siglo XVI)
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