Fig. 1. Vista general del yacimiento y la afección de la construcción de la autovía sobre el mismo. |
Resumen: El poblado fortificado calcolítico
de Puente de Santa Bárbara (Huércal-Overa, Almería), de 1,5 ha, está situado a
3 km de las minas de cobre de Cerro Minado, explotadas al menos durante el
Calcolítico Final, y presenta mineral en bruto, escorias parcialmente
procesadas y nodulillos de cobre. Un 4% de todos los fragmentos cerámicos
corresponde a fragmentos de vasijas de reducción y crisoles, distribuidos
espacialmente por los tres sectores excavados del yacimiento y sugieren la
generalización de la metalurgia dentro del hábitat. El porcentaje de evidencias
metalúrgicas solo podría equipararse en el sudeste de la Península Ibérica a
los poblados calcolíticos de Parazuelos (Lorca, Murcia) y Agua Amarga (Lorca,
Murcia), otro pequeño poblado de 0,25 ha. Estos datos permiten plantear la
hipótesis de si ya en el Calcolítico Final pudieron surgir en el sudeste de la
Península Ibérica pequeños asentamientos especializados en la producción de
útiles o pequeños lingotes metálicos elaborados en crisoles rectangulares.
Palabras clave: Sureste ibérico; Edad del Cobre; Campaniforme; metalurgia;
análisis microespacial.
1.
Introducción
La
metalurgia ha sido considerada uno de los elementos fundamentales en los
cambios sociales y políticos que acontecieron en el iii y ii milenios a. C. en
la Península Ibérica no solo por el desarrollo tecnológico, sino por lo que ha
supuesto desde una visión de cambio de las estructuras de poder, emergencia de
la desigualdad social e incluso como un elemento fundamental en el desarrollo
de la guerra (Lull et al., 2010b). El metal de cobre era posible rentabilizarlo
al máximo, bien cuando se produjese una fragmentación o desgaste de la pieza,
bien cuando hubiese un cambio tecnológico o estilístico, al poder ser
refundido, adquiriendo de nuevo valor socioeconómico dentro de la sociedad, lo
que explica su rápida aceptación. En el sudeste de la Península Ibérica se
plantea tradicionalmente que los inicios de la metalurgia están asociados a la
Edad del Cobre y, específicamente, a la denominada ‘Cultura de Los Millares’,
en un momento cronológico que se iniciaría en torno al 3100 cal ac. No
obstante, a partir de los datos aportados por las excavaciones en el Cerro
Virtud (Herrerías, Cuevas del Almanzora, Almería), con la aparición de un
pequeño fragmento de vasija de reducción con restos de escoria adherida en el
nivel c del corte b2 (Ruiz Taboada y Montero, 1999: 210, fig. 5; Montero, 1999:
335-336, fig. 2), no podemos descartar, como también defienden Rovira y Ambert
(2002: 108), que en un momento anterior, durante la transición del Neolítico
Medio pudiera ya haberse iniciado la explotación puntual de este recurso
metalúrgico (Montero y Rovira, 2001: 33; Rovira, 2004: 10-11) en zonas
inmediatas a mineralizaciones con óxidos de cobre. Incluso se llega a plantear,
como sucedió en otras áreas geográficas del Mediterráneo, la posibilidad de un
origen autóctono para la invención de la metalurgia (Montero, 1999: 336- 337;
Rovira, 2004: 11; Montero y Murillo, 2014: 68, 73). Sin embargo, sería deseable
confirmar en otros yacimientos actividades metalúrgicas con una cronología tan
antigua. Los primeros restos que aparecen asociados a este momento de inicios
del Neolítico Final parecen corroborar la hipótesis de que el mineral cuprífero
utilizado procedía de los filones cercanos al yacimiento en Herrerías y que se
utilizaban vasijas cerámicas para la reducción del mineral. De tal manera que
los hornos cerrados no serían utilizados en los primeros momentos de la
metalurgia en la Península Ibérica, al no identificarse resto alguno
relacionado con estas estructuras. Por el contrario, se reconocen en los
yacimientos estructuras de tendencia circular con restos abundantes de cenizas
donde se desarrollaron actividades relacionadas con la transformación del
mineral.
El yacimiento de Puente de Santa Bárbara
se encuentra ubicado en el término municipal de Huércal-Overa, al N de la
provincia de Almería, entre los límites naturales de la depresión prelitoral
murciana y la cuenca de Vera, a una altitud sobre el nivel del mar de 221 m
(Fig. 1). Su emplazamiento, en un espolón amesetado orientado al noroeste,
sobre el cauce del río Almanzora, característico de los asentamientos de la
Edad del Cobre, permite plantear un control en la comunicación entre la
depresión de Vera con el valle del alto río Almanzora que conecta hacia el
Oeste con la Hoya de Guadix-Baza. Para la reconstrucción paleoambiental del
entorno del asentamiento durante la segunda mitad del iii milenio cal AC, el
estudio antracológico de 104 muestras de carbones identificó 13 taxones, donde
las especies mayoritarias eran el acebuche-Olea europaea var. sylvestris con el
37,57% y el lentisco/ cornicabra-Pistacia lentiscus o Pistacia sp. con el
19,22%, que indican un matorral denso, acompañado de encina/coscoja-Quercus
ilex-coccifera con el 8,65%, sauce-Salix sp. con el 7,69% de la rivera fluvial
y pino carrasco-Pinus halepensis con un 4,80% (Rodríguez Ariza, 1998: 283,
gráf. 53), procedente de la inmediata Sierra Almagro. Las primeras referencias
al asentamiento fueron el resultado de las prospecciones arqueológicas que
dirigimos durante el año 1990 (González Quintero et al., 1992), dentro del
marco general del proyecto de investigación Los inicios de la metalurgia en la
cuenca del río Almanzora2 . La excavación arqueológica se planteó con unos
objetivos muy concretos como consecuencia del trazado de la autovía de Puerto
Lumbreras-Almería, que iba a afectar a una parte del yacimiento, aunque con
anterioridad ya había quedado cortado por la mitad cuando se produjo la
construcción de la carretera nacional n-340 de Almería a Murcia (González
Quintero et al., 1993). En principio, se trataba de valorar el impacto que las diferentes
actuaciones antrópicas habían repercutido en el yacimiento, incluyendo la que
iba a afectarle con la nueva autovía, al mismo tiempo que nos permitiría
conocer su extensión y restos estructurales que parecían identificarse en
superficie. Si tratamos de considerar las variables que inciden en el
emplazamiento del yacimiento del Puente de Santa Bárbara, estas se presentan
relativamente nítidas. Desde un punto de vista subsistencial se ubica inmediato
a una extensa área con suelos de la clase iiis según el Mapa de Cultivos y
Aprovechamientos de España del Ministerio de Agricultura, capaces de soportar
laboreo de forma permanente, aun cuando existen factores limitantes como la
pedregosidad y la escasa profundidad, disponiéndose dichos suelos a ambas
márgenes del río, tanto en dirección a La Concepción, como entre Santa Bárbara
y Overa. El bajo porcentaje de vegetación de ripisilva que nos indica el
análisis antracológico, como la presencia de sauce-Salix sp., álamo-Populus
sp., taray-Tamarix sp. o la ausencia de fresno-Fraxinus sp., sugiere que los
bordes del cauce fluvial del río Almanzora estaban siendo utilizados para
actividades agrícolas (Rodríguez Ariza, 1998: 281). El abastecimiento de agua
permanente está garantizado por la presencia del río Almanzora, que justamente
traza un meandro coincidiendo con la ladera occidental del yacimiento, lo que
reduce la velocidad de la corriente y facilita una potencial captación del
mismo, inclusive en periodos de estío, pues se produce su estancamiento en
dicha zona. Respecto a las rutas de comunicación, su papel estratégico se
advierte por la continuada reutilización del área inmediata desde el Neolítico
hasta época hispanomusulmana. Su presencia en un nudo de tres vías naturales de
comunicación así lo evidencia, que podríamos ejemplificar en el propio río
Almanzora o eje o/e-e/o, justo en las denominadas Bocas del Almanzora; el
Pasillo del Pozo de la Cuesta o eje septentrional que, procedente de la
depresión lorquina, atraviesa la Sierra Almagro sirviéndose de la Rambla de
Santa Bárbara y desemboca a poco más de 500 m del mismo; y el Pasillo de
Ballabona o eje meridional, hoy aprovechado por la n-340, que pone en contacto
las vías restantes de comunicación con la Depresión de Vera. Un desplazamiento
poblacional durante la Edad del Bronce de unos 600-700 m, hacia el Cerro de San
Miguel en esta última dirección (Siret y Siret, 1890: 137), aprovechando las
mejores posibilidades defensivas de dicho emplazamiento, apoya la continuidad
en el control de este nudo de comunicaciones.
Durante la campaña de prospección arqueológica
que realizamos en 1990, se documentó, entre otros, el yacimiento de Puente de
Santa Bárbara, que parecía tener gran importancia tanto en lo que respecta a su
ubicación geográfica –estratégica y agrícola– como en relación a su
organización interna –defensa y manufactura metalúrgica–. Los restos artefactuales
identificados en superficie permitían plantear un espacio destinado a la
manufactura metalúrgica, destacando la gran cantidad de fragmentos cerámicos y
un número considerable de nódulos de escorias de cobre, así como la presencia
de lienzos de muro que parecían definir un espacio defensivo (González Quintero
et al., 1992: 62). Tras dos campañas de excavación en abril y julio-agosto de
1991, se constató que se trataba de un asentamiento fortificado, con al menos
un bastión semicircular, en torno al cual se había desarrollado una actividad
económica destinada al tratamiento del mineral de cobre y donde, con toda
probabilidad, se llevaba a cabo la manufactura de los artefactos de cobre. La
hipótesis metalúrgica se vio refrendada al documentarse, en sus inmediaciones,
áreas de aprovisionamiento de la materia prima para la manufactura metalúrgica.
Así, a unos 3 km en línea recta, tras atravesar el río Almanzora en dirección
ne, se encuentra la mina del Cerro Minado, también conocida como Cuesta Alta o
Cena del Depósito, que ha estado en producción hasta los años 50 del s. xx,
donde existen los óxidos de cobre, en vetas recubiertas de malaquita y cuprita,
entre muchos otros (Delgado et al., 2014: 16-20; Favreau et al., 2013)3 . El
Cerro Minado sería principalmente un área de extracción de mineral de cobre,
donde destacan, entre otros, los minerales de cobre como la malaquita –Cu2 CO3
(OH)2 – o la cuprita –Cu2 O–. Se trata de una explotación primero en galería y
después en cantera, donde se han identificado algunos picos de mineros que
corresponden a las fases más antiguas de su explotación. Domergue (1987: 14)
mencionaba el Cerro Minado en su catálogo de minas antiguas en la Península
Ibérica, atribuyéndole varias mazas de minero en diorita con ranura, aunque la
información es indirecta y le fue facilitada por J. P. Jacquin. El yacimiento
fue prospectado por Montero, quien en su tesis doctoral localizó carbonatos de
cobre en un sustrato rocoso de dolomías. Su última concesión minera vigente fue
en 1900 para una superficie de 12 ha en la denominada ‘Cena del Depósito’,
colindante a ‘El Recuerdo de mi Padre’, concedida en 1905, que solo presenta
una galería de 10 m de longitud (Escanilla, 2016: 116, 118-119, t ab. 3.9). Más
recientemente, Delgado et al. (2014: 24-25, Pgs. 5-6; Escanilla y Delgado,
2015: 85-88, tab. 1) publican la presencia de varios picos y percutores en el
Cerro Minado o Cena del Depósito. Su relación con el proceso de la extracción
del material cuprífero, podemos plantearla al presentar algunas de las piezas
restos de adherencias de color verde de malaquita o azul de la azurita sobre
fracturas por percusión de las superficies activas de los artefactos (Delgado
et al., 2014: 26-27). La cronología aportada de 3905 ± 21
(Delgado et al., 2014: 30) o 2469-2336 cal AC –2 s,
Calib 7.0.4– para esta mina, inicios del Calcolítico Final, confirma que
durante la segunda mitad del III milenio estaba en producción.
.
4. Estructuras documentadas
En
la excavación el objetivo básico era conocer el grado de deterioro que había
sufrido el yacimiento y su posible secuencia estratigráfica. Para ello, se
realizaron varias catas arqueológicas que pusieron al descubierto un conjunto
arqueológico significativo que nos obligó, dada la importancia que estaba
adquiriendo a nivel estructural y artefactual, a realizar una excavación en
área abierta que nos permitiera conocer la organización interna del poblado y
su distribución (Fig. 2). El trabajo arqueológico fue realizado ateniéndonos a
las normas metodológicas de cualquier excavación arqueológica mediante un
control estricto de los hallazgos, que nos permitiera disponer de una
documentación cualificada.
Para ello, se procedió a una excavación siguiendo las unidades sedimentarias con un registro individualizado,
tridimensional y posicional –orientación, postura, etc.– de artefactos y ecofactos. Se utilizó un sistema mediante fichas de registro que permitiera la necesaria identificación y localización espacial tridimensional de los restos arqueológicos, así como la definición de los contextos sedimentarios y estructurales. El registro se individualizó desde el mismo corte, salvo los restos procedentes de la criba, que se procesaba en conjunto, pero siempre dentro de su unidad sedimentaria. Al mismo tiempo, la excavación fue apoyada por sistemas de registro con soportes gráficos y fotográficos a diversas escalas y con capacidad de ser transferidas a bases de da-tos cuantitativas que nos permitieran poder llevar a cabo una reconstrucción del yacimiento una vez excavado. Los resultados de la excavación permitieron poner al descubierto una estructura defensiva que parece rodear el yacimiento (Fig. 3), aunque, al haber sufrido diferentes alteraciones, solo hemos podido documentarla en dos sectores. Ahora bien, atendiendo a los restos conservados, se trataba de una estructura elaborada con la misma técnica y aparejo que las realizadas en otros yacimientos contemporáneos, caso, por ejemplo, del poblado de Zájara (Cuevas del Almanzora, Almería) (Camalich et al.).
Fig. 5. Estructura rectangular asociada a un molino. |
Para ello, se procedió a una excavación siguiendo las unidades sedimentarias con un registro individualizado,
tridimensional y posicional –orientación, postura, etc.– de artefactos y ecofactos. Se utilizó un sistema mediante fichas de registro que permitiera la necesaria identificación y localización espacial tridimensional de los restos arqueológicos, así como la definición de los contextos sedimentarios y estructurales. El registro se individualizó desde el mismo corte, salvo los restos procedentes de la criba, que se procesaba en conjunto, pero siempre dentro de su unidad sedimentaria. Al mismo tiempo, la excavación fue apoyada por sistemas de registro con soportes gráficos y fotográficos a diversas escalas y con capacidad de ser transferidas a bases de da-tos cuantitativas que nos permitieran poder llevar a cabo una reconstrucción del yacimiento una vez excavado. Los resultados de la excavación permitieron poner al descubierto una estructura defensiva que parece rodear el yacimiento (Fig. 3), aunque, al haber sufrido diferentes alteraciones, solo hemos podido documentarla en dos sectores. Ahora bien, atendiendo a los restos conservados, se trataba de una estructura elaborada con la misma técnica y aparejo que las realizadas en otros yacimientos contemporáneos, caso, por ejemplo, del poblado de Zájara (Cuevas del Almanzora, Almería) (Camalich et al.).
F ig. 7. Vaso campaniforme localizado durante la excavación. |
Es decir, se conservaban dos
hiladas de piedras de dimensiones medianas y grandes que estaban encajonadas
sobre el suelo originario del cerro aprovechando en ocasiones las oquedades del
mismo para embutir las piedras y, en otros casos, reutilizando la propia base
del espigón para levantar la primera hilada del muro. El interior del lienzo se
encontraba relleno de piedras de pequeñas dimensiones con tierra que le servía
de argamasa para cohesionar toda la estructura. Hemos de mencionar que
únicamente pudo detectarse la primera hilada o la base de cimiento de la misma,
como consecuencia de varios fenómenos. En primer lugar, la propia erosión del
medio, tan activa en esta zona del sudeste de la Península Ibérica y, en
segundo lugar, otra aún más perjudicial, como fue la acción antrópica que a
principios del pasado siglo transformó parte de la estructura originaria del
espolón mediante la construcción de una era y la carretera. Estas
modificaciones afectaron a un área importante del yacimiento. La construcción
en su parte central, aprovechando el rellano que existía en el cerro, de una
era de aproximadamente 25 m de diámetro (Figs. 1 y 2) provocó la ruptura y
desaparición de una gran parte de la muralla y del área interior del
asentamiento. También la acción antrópica se dejó sentir en la reutilización de
los elementos constitutivos de la muralla –piedras e, inclusive, algún molino–
para plantear los muros sobre los que apoyar la mencionada era. Igualmente, una
gran parte de las piedras sirvieron para formar muros de contención y
terraplenar zonas colindantes a la ladera e, destinadas al cultivo. Esta
destrucción de gran parte del yacimiento nos impidió, por tanto, obtener una
visión más global del mismo, que tendría una superficie aproximada de 1,5 ha,
si incluimos la parte que fue arrasada por la carretera n-340, que une Almería
con Murcia. El desarrollo estratigráfico en el área excavada presentó varios
aspectos que debemos tener en cuenta. En primer lugar, la potencia máxima fue
de 60 cm en torno al espacio que se encuentra asociado a una parte de la
estructura defensiva (Fig. 10), mientras que en la zona donde se encuentran el
bastión y el resto de la muralla no alcanza los 10 cm (Fig. 11). No obstante,
se pudo detectar, además del mencionado lienzo de muro, otra estructura, de
características similares a la anterior, aunque de menor grosor y con piedras
más pequeñas, que se encontraba al interior y adosada a la misma y con la
presencia de vasijas de reducción, crisoles y nódulos de escorias, además de
elementos cerámicos e instrumentos líticos pulimentados.
En uno de los extremos
del espolón se documentó otra parte de la muralla, a la que se le adosó un
bastión circular con su acceso (Fig. 4). Dicho bastión había sido instalado en
uno de los extremos del espolón justamente donde la muralla inicia un giro para
ir bordeándolo, sobre el cauce de una pequeña vaguada que bordea al poblado por
el Este, la cual va a desembocar en el río Almanzora. Realizado con la misma
técnica constructiva anteriormente comentada, aunque muy afectada su cara
externa por la erosión, presentaba anexos al muro unos huecos de tendencia
circular que interpretamos como agujeros para hincar postes de madera que
sostendrían una posible techumbre. Al interior de la muralla, y cerca de la ubicación
del bastión, se documentan unos alineamientos de piedras, en esta ocasión
hincadas verticalmente, conformando una doble estructura rectangular de
reducidas dimensiones (Fig. 5). Se trata de una cubeta, de fines no del todo
claros, si bien mantenía una cierta similitud con otras relacionadas con
actividades productivas relacionadas con la molturación del grano. Esta
hipótesis estaría apoyada por la presencia, junto a dicha estructura, de un
molino con su respectiva muela. Sin embargo, en el interior de la cubeta no se
observó presencia alguna de dicha actividad de molturación, mientras que en su
exterior aparecieron subproductos de la reducción de cobre como fragmentos de
cerámicas con adherencias, tanto de vasijas de reducción como de crisoles y
escorias, con lo que es posible que el molino estuviera dedicado a triturar las
escorias para recuperar los nódulos de cobre antes de introducirlos en los
crisoles de fundición. En este sentido, conocemos en el poblado de Valencina de
la Concepción (Sevilla), molinos destinados a la trituración de las escorias en
la estructura 182 del sector iv (Nocete et al., 2008: 723-724, fig. 6), y
también se han documentado en la propia mina de Cerro Minado (Escanilla, 2016:
127, fig. 3.47)5 . En estos molinos debía de triturarse la masa de escoria
obtenida en las vasijas de reducción para proceder a la recuperación de las
pequeñas bolitas de cobre en los nódulos de escoria –slag prills– para
introducirlas en un crisol de fundición, por lo que se separaban fragmentos de
escoria para una segunda reducción en los crisoles. Esta cubeta presentaba
adosada otra, pero con unos matices estructurales diferenciales. Pues si la
primera presentaba unas piedras o lajas hincadas, la segunda, aunque formando
parte de la misma estructura, estaba construida con piedras de mayor grosor y
disposición más irregular, dando la apariencia de un cuerpo macizo. Otra
estructura muy interesante, lamentablemente seccionada por el perfil de la
carretera, está excavada en el sustrato rocoso, con las paredes termoalteradas
(Fig. 6). Pudo ser donde se fundía el mineral dentro de una vasija de
reducción, similar a otra que ha sido interpretada como un horno en el
yacimiento calcolítico de Valencina de la Concepción, la estructura ies 14
(Nocete et al., 2008: 724-725, fig. 7). No obstante, en su interior no se
documentaron vasijas de reducción alguna. Estudios experimentales como los
realizados por Rovira muestran que utilizando un crisol pequeño basta con una
cubeta de 15 cm de diámetro y 15 cm de profundidad excavada en el suelo, o bien
de 30 cm de diámetro y 30 cm de profundidad.
5. Registro arqueológico
Fig. 8. Piedra circular de pizarra con perforación central |
Fig. 9. Fragmento cerámico de vasija de reducción con restos de mineral. |
5. Registro arqueológico
La cerámica es el material arqueológico
predominante en el yacimiento, como es habitual en estas etapas arqueológicas,
en el que podemos diferenciar dos grandes grupos. Uno, asociado con tareas
metalúrgicas y un segundo conjunto cerámico que, en principio, no parece estar
relacionado con dichos trabajos. Las piezas presentan formas abiertas con un
acabado donde predominan las superficies alisadas, si bien los porcentajes son
diferentes si se trata del interior o del exterior. La decoración es muy
escasa, apenas 10 fragmentos que suponen el 0,128% de la cerámica del
yacimiento, con una decoración mediante incisiones y/o impresiones formando
motivos campaniformes, simbólicos y cordones en relieve. Lo mismo sucede con
los elementos de sujeción que solo suponen el 0,05% del total de la cerámica.
Entre la cerámica decorada podemos resaltar la presencia de un vaso
campaniforme muy pequeño con una decoración incisa en una franja ancha,
habitual pero tosca en su elaboración, que presenta como elemento más llamativo
la existencia de una carena muy baja y la ausencia de decoración en la base, lo
que no es frecuente (Fig. 7). Además cabe mencionar cuernecillos de arcilla que
apuntan a actividades textiles como los localizados en El Malagón (Cúllar,
Granada) (Arribas et al., 1978: 84-85, fig. 13, lám. 10a-b), además de piedras
de pizarra de forma circular y perforadas por el centro que pudieron también
estar relacionadas con las anteriores como fusayolas, que también conocemos en
el mismo poblado (Arribas et al., 1978: 86-87, fig. 14j) o en otros de la Edad
del Bronce como Peñalosa (Moreno et al., 2012: 104, fig. 2/2) (Fig. 8). Dos
puntas de flecha de sílex, una de base cóncava y otra de aletas y pedúnculo,
además un número considerable de restos de talla de sílex, quizás resultado de
una modificación secundaria de los soportes obtenidos en el área fuente6 .
Podrían vincularse a actividades defensivas dentro del poblado, tal como sucede
en la cabaña viii del fortín 1 de Los Millares (Ramos, 1986) o las puntas de
flecha en proceso de fabricación del fortín 7 de Los Millares (Molina, 1991:
213). Por último, molinos de mano que, como hemos mencionado, además de su
función en actividades subsistenciales, podrían están relacionados con la
trituración de las escorias de cobre.
5.1. Distribución espacial de las evidencias metalúrgicas
La presencia de numerosos fragmentos de vasijas de cerámica de medio y gran tamaño que presentan 6 Afonso Marrero, J. A.: Aspectos técnicos de la producción lítica de la prehistoria reciente de la alta Andalucía y el Sureste. Tesis doctoral defendida en 1993 en la Univ. de Fig. 7. Vaso campaniforme localizado durante la excavación. Granada (microfichas). Fig. 8. Piedra circular de pizarra con perforación central. 80 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore, J. Chamón y M. A. Moreno /… en su cara interna adherencias de escoria tradicionalmente relacionadas con la metalurgia del cobre (Rovira y Ambert: 2002) ha permitido plantear que la reducción de los minerales de cobre se producía habitualmente en las vasijas cerámicas, los verdaderos contenedores utilizados para la reducción. En consecuencia, debemos atribuir a estas cerámicas un papel fundamental que, en proporciones considerables, aparecen en este yacimiento del Puente de Santa Bárbara (Fig. 9). En este sentido, hemos constatado que al menos un 4% –316 piezas o fragmentos– de la cerámica del yacimiento presenta restos de haber sido utilizada como contenedor para la reducción o para la fundición. Si a ello unimos la gran cantidad de nódulos de escorias, restos de mineral y fragmentos de materias primas utilizadas en el proceso, estamos ante un yacimiento muy representativo de los momentos avanzados de la Edad del Cobre en Almería, cuyo emplazamiento y funcionalidad debió de estar vinculada con unos fines concretos como un centro especializado de transformación metalúrgica. Las vasijas de reducción son aquellas piezas que mediante la combustión son utilizadas para reducir el mineral de cobre, mientras que en los crisoles se realiza, generalmente, la fusión del metal. Ahora bien, no podemos descartar que estos crisoles también hayan sido utilizados para la reducción del mineral, e incluso que puedan haber sido utilizados como ‘moldes’, formando pequeñas tortas de metal de cobre, tal como se plantea para otros yacimientos de la Edad del Cobre y del Bronce (Müller et al., 2007; Nocete, 2004; Cortes, 2007: 65). Por otro lado, atendiendo a la distribución microespacial de los conjuntos cerámicos y su relación Fig. 9. Fragmento cerámico de vasija de reducción con restos de mineral. Fig. 10. Distribución de material metalúrgico en el área de la muralla.81 con las unidades sedimentarias del yacimiento, no se observa una clara diferenciación o separación de las tareas desarrolladas, sino su generalización por todo el yacimiento (Figs. 10 y 11). No obstante, una gran parte de los crisoles, vasijas de reducción, restos de metal y escorias se encuentran en el espacio que hemos denominado zona A, que supone el 27,5% de la superficie excavada, donde creemos que se desarrollaba la mayor parte de las tareas de transformación del mineral de cobre, llegando a suponer el 34,5% del total de los registros identificados durante la excavación (Fig. 2). Un 30,3% se identificó en la zona b, que representa el 37,1% del área excavada, donde se delimitó el cierre de la estructura defensiva con el bastión y el resto, un 35,2%, en la zona c, que se corresponde con el área más afectada por la construcción de la era y que debió corresponderse con un espacio en el que la actividad metalúrgica debió ser una continuidad de la desarrollada en la zona a, y que supone el 35,4% del total excavado. Tanto las vasijas de reducción, como los crisoles, presentan una pasta de calidad media y desgrasantes finos y medios, aunque en muchos casos también aparecen los gruesos, pero en un número inferior que los demás. En este poblado la pasta es limo-arcillosa, con un acabado de sus superficies interiores algo mejores que las exteriores, normalmente groseras. La mayoría de las vasijas cerámicas destinadas a la reducción de minerales de cobre son piezas que generalmente tienen una superficie grosera, en algún caso alisada, poseen formas de tendencia semiesférica o de casquete esférico, con la boca muy abierta y un fondo plano. No obstante, dado el procedimiento para extraer el material, lo que nos encontramos en el yacimiento son fragmentos cerámicos informes, como consecuencia de la ruptura de la pieza para desprender la amalgama de nódulos de escoria y metal de la misma. Ello explicaría el alto grado de fragmentación de estas vasijas Fig. 11. Distribución de material metalúrgico en el área del bastión junto a la muralla y de la estructura rectangular asociada con un molino. 82 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore, J. Chamón y M. A. Moreno / El poblado fortificado… y, además, nos ha imposibilitado determinar el número mínimo de piezas registradas. Crisoles rectangulares con extremos redondeados como el del corte 16 con unas dimensiones de 21,7 x 11,8 x 3,8 cm, presentando una cubeta interior de 19,9 x 8,2 x 2,2 cm (Fig. 12), los encontramos en El Malagón (Cúllar, Granada), con base plana y evidencias de haber sido sometido a altas temperaturas (Arribas et al., 1978: 84, fig. 12d)7 . Una pieza entera se recuperó en las excavaciones de Siret en Almizaraque, actualmente expuesta en el Museo Arqueológico Nacional –man–. Otro ejemp
lar completo procede de Las Pilas (Mojácar, Almería), de c. 27 x 6 cm (Montero, 1999: 340; Murillo et al., 2017: 3, 5 fig. 3h; 12, 26, fig. 18), mientras que la reducción y fusión del mineral se realizaría en vasijas de reducción, normalmente formas abiertas de tipo plato o cazuela, pero también cuencos hemiesféricos, que suelen encontrarse en estado muy fragmentario, como el ejemplar reconstruido de La Ciñuela (Mazarrón, Murcia) (Montero, 1999: 344, fig. 5), que presenta la característica capa escorificada en su superficie interior, también expuesto en el man.
5.1. Distribución espacial de las evidencias metalúrgicas
La presencia de numerosos fragmentos de vasijas de cerámica de medio y gran tamaño que presentan 6 Afonso Marrero, J. A.: Aspectos técnicos de la producción lítica de la prehistoria reciente de la alta Andalucía y el Sureste. Tesis doctoral defendida en 1993 en la Univ. de Fig. 7. Vaso campaniforme localizado durante la excavación. Granada (microfichas). Fig. 8. Piedra circular de pizarra con perforación central. 80 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore, J. Chamón y M. A. Moreno /… en su cara interna adherencias de escoria tradicionalmente relacionadas con la metalurgia del cobre (Rovira y Ambert: 2002) ha permitido plantear que la reducción de los minerales de cobre se producía habitualmente en las vasijas cerámicas, los verdaderos contenedores utilizados para la reducción. En consecuencia, debemos atribuir a estas cerámicas un papel fundamental que, en proporciones considerables, aparecen en este yacimiento del Puente de Santa Bárbara (Fig. 9). En este sentido, hemos constatado que al menos un 4% –316 piezas o fragmentos– de la cerámica del yacimiento presenta restos de haber sido utilizada como contenedor para la reducción o para la fundición. Si a ello unimos la gran cantidad de nódulos de escorias, restos de mineral y fragmentos de materias primas utilizadas en el proceso, estamos ante un yacimiento muy representativo de los momentos avanzados de la Edad del Cobre en Almería, cuyo emplazamiento y funcionalidad debió de estar vinculada con unos fines concretos como un centro especializado de transformación metalúrgica. Las vasijas de reducción son aquellas piezas que mediante la combustión son utilizadas para reducir el mineral de cobre, mientras que en los crisoles se realiza, generalmente, la fusión del metal. Ahora bien, no podemos descartar que estos crisoles también hayan sido utilizados para la reducción del mineral, e incluso que puedan haber sido utilizados como ‘moldes’, formando pequeñas tortas de metal de cobre, tal como se plantea para otros yacimientos de la Edad del Cobre y del Bronce (Müller et al., 2007; Nocete, 2004; Cortes, 2007: 65). Por otro lado, atendiendo a la distribución microespacial de los conjuntos cerámicos y su relación Fig. 9. Fragmento cerámico de vasija de reducción con restos de mineral. Fig. 10. Distribución de material metalúrgico en el área de la muralla.81 con las unidades sedimentarias del yacimiento, no se observa una clara diferenciación o separación de las tareas desarrolladas, sino su generalización por todo el yacimiento (Figs. 10 y 11). No obstante, una gran parte de los crisoles, vasijas de reducción, restos de metal y escorias se encuentran en el espacio que hemos denominado zona A, que supone el 27,5% de la superficie excavada, donde creemos que se desarrollaba la mayor parte de las tareas de transformación del mineral de cobre, llegando a suponer el 34,5% del total de los registros identificados durante la excavación (Fig. 2). Un 30,3% se identificó en la zona b, que representa el 37,1% del área excavada, donde se delimitó el cierre de la estructura defensiva con el bastión y el resto, un 35,2%, en la zona c, que se corresponde con el área más afectada por la construcción de la era y que debió corresponderse con un espacio en el que la actividad metalúrgica debió ser una continuidad de la desarrollada en la zona a, y que supone el 35,4% del total excavado. Tanto las vasijas de reducción, como los crisoles, presentan una pasta de calidad media y desgrasantes finos y medios, aunque en muchos casos también aparecen los gruesos, pero en un número inferior que los demás. En este poblado la pasta es limo-arcillosa, con un acabado de sus superficies interiores algo mejores que las exteriores, normalmente groseras. La mayoría de las vasijas cerámicas destinadas a la reducción de minerales de cobre son piezas que generalmente tienen una superficie grosera, en algún caso alisada, poseen formas de tendencia semiesférica o de casquete esférico, con la boca muy abierta y un fondo plano. No obstante, dado el procedimiento para extraer el material, lo que nos encontramos en el yacimiento son fragmentos cerámicos informes, como consecuencia de la ruptura de la pieza para desprender la amalgama de nódulos de escoria y metal de la misma. Ello explicaría el alto grado de fragmentación de estas vasijas Fig. 11. Distribución de material metalúrgico en el área del bastión junto a la muralla y de la estructura rectangular asociada con un molino. 82 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore, J. Chamón y M. A. Moreno / El poblado fortificado… y, además, nos ha imposibilitado determinar el número mínimo de piezas registradas. Crisoles rectangulares con extremos redondeados como el del corte 16 con unas dimensiones de 21,7 x 11,8 x 3,8 cm, presentando una cubeta interior de 19,9 x 8,2 x 2,2 cm (Fig. 12), los encontramos en El Malagón (Cúllar, Granada), con base plana y evidencias de haber sido sometido a altas temperaturas (Arribas et al., 1978: 84, fig. 12d)7 . Una pieza entera se recuperó en las excavaciones de Siret en Almizaraque, actualmente expuesta en el Museo Arqueológico Nacional –man–. Otro ejemp
lar completo procede de Las Pilas (Mojácar, Almería), de c. 27 x 6 cm (Montero, 1999: 340; Murillo et al., 2017: 3, 5 fig. 3h; 12, 26, fig. 18), mientras que la reducción y fusión del mineral se realizaría en vasijas de reducción, normalmente formas abiertas de tipo plato o cazuela, pero también cuencos hemiesféricos, que suelen encontrarse en estado muy fragmentario, como el ejemplar reconstruido de La Ciñuela (Mazarrón, Murcia) (Montero, 1999: 344, fig. 5), que presenta la característica capa escorificada en su superficie interior, también expuesto en el man.
6. Análisis arqueometalúrgicos
Se
han estudiado varios restos metalúrgicos procedentes tanto del yacimiento de
Santa Bárbara 7 Cf. p. 307, fig. 2 y p. 311, fig. 9 de Moreno Onorato, M.ª A.:
El Malagón. Un asentamiento de la Edad del Cobre en el altiplano de
Cúllar-Chirivel. Tesis doctoral defendida en 1993 en la Univ. de Granada
(microfichas). como de restos minerales recogidos en la cima de Cerro Minado
(Huércal-Overa). En total se han analizado 3 restos de vasija de reducción, 6
muestras minerales y 1 goterón de fundición mediante fluorescencia de rayos-x
–frx–. En el caso de minerales los análisis se realizaron sobre los puntos con
mayor concentración mineral y no sobre zonas de impregnaciones. Dichos análisis
se realizaron en el Museo Arqueológico Nacional usando una pistola de frx
portátil innov-x Alpha en modo de medición para metales. Los tiempos de
adquisición de los espectros se fijaron en 40 segundos. El equipo fue
previamente calibrado para el análisis de metales. Los valores cuantitativos
son corregidos con el método de parámetros fundamentales –por software con
patrones virtuales–. El ánodo empleado es de Ag por lo que el límite de
detección de la plata –Ag– y el antimonio –Sb– es del 0,20%, mientras que para
el resto de elementos se sitúa en un 0,02%. Los resultados obtenidos pueden
observarse en las Figs. 13 y 14. En cuanto a los minerales se refiere, a simple
vista se vuelve a constatar la alta variabilidad de las mineralizaciones del
Cerro Minado, ya indicado en estudios anteriores (Montero, 1994: 151-153,
tabs.; Delgado et al., 2014: 28, tab. 3; Escanilla, 2016: 131-132, tab. 3.12).
Los resultados indican la presencia de mineralizaciones complejas de carácter
polimetálico, siendo las fases minerales más abundantes malaquita y cuprita.
Cabe destacar la correlación Cu-As documentada en varias muestras, siendo los
elementos mayoritarios –especialmente en el caso de las muestras Cerro Minado
sb sn 3, 4 y 5–, alcanzando el 29,8% de As en el caso 3. Sin embargo, es de
especial interés el nivel extremadamente bajo de arsénico en algunas muestras
–sb sn2, sb sn-6 y sb sn-7–, ya que los minerales de este yacimiento se han
caracterizado tradicionalmente por un alto nivel de As, siendo tan bajos como
en algunas de las publicadas por Escanilla (2016), muestras cm07, cm11 y cm12.
Co y Ni se han considerado como los elementos más característicos de las
mineralizaciones de Cerro Minado (Favreau et al., 2013; Delgado et al., 2014:
17; Murillo et al., 2017: 7). Si bien la presencia de Ni se mantiene en toda la
muestra –0,39% Fig. 12. Crisol rectangular. © Universidad de Salamanca
Zephyrus, LXXXI, enero-junio 2018, 71-91 P. González Quintero, A. Mederos, A.
Díaz, C. Bashore, J. Chamón y M. A. Moreno / El poblado fortificado… 83 de
media–, con la excepción de la muestra 3, el Co –0,38% de media– solo se ha
detectado en tres de las siete muestras analizadas (Montero, 1992: 151- 153,
tabs.; Delgado et al., 2014: 19; Escanilla y Delgado, 2015: 95-96, tabs. 4-5;
Escanilla, 2016: 132, tab. 3.12)8 . En cuanto a los restos de vasijas de
reducción se refiere, los análisis se realizaron sobre unas finas capas de
escorificación adheridas a la superficie de las cerámicas. La presencia de As
es consistente en los tres análisis, lo cual indica un uso de minerales de
cobre arsenicados, aunque convendría realizar otros tipos de análisis, tales
como drx o sem-edx, para determinar la relación Cu-As de estos minerales usados
en el proceso metalúrgico. 8 Montero, op. cit. n. 3. Pese a la variabilidad de
las mineralizaciones de Cerro Minado, en el caso de la muestra hosb91-c25-155
la presencia de As-Co-Ni parece relacionarlo directamente a la reducción de
minerales pertenecientes a esta mina, aunque existen en el valle del Almanzora
mineralizaciones similares en Oria o Tíjola. Es importante resaltar los niveles
relativamente bajos de As presentes en los restos escorificados de las vasijas.
Los niveles bajos de As se pueden deber tanto a la baja concentración de este
elemento en los minerales usados durante el proceso metalúrgico en sí o bien al
proceso metalúrgico, ya sea reducción o fundición, pudiendo quedar menos
concentraciones de As en las escorificaciones durante el proceso de reducción.
Finalmente, cabe mencionar el resultado obtenido del goterón de fundición –sb
sn-1–. Primero, num-ans tipo n.º inv. Fe Ni Cu Zn As Ag Sb Pb Bi Ti Mn Co otros
elem. PA25245 vasija reducción hosb-91-c25-155 4,94 0,06 0,45 0,03 0,07 nd nd
0,01 nd 0,39 0,03 0,14 93,86 PA25246 vasija reducción hosb-91 c1/248 6,86 nd
0,54 nd 0,03 nd nd nd nd 0,78 0,06 nd 91,7 PA25247 vasija reducción hosb-91
c1/399 4,99 nd 7,76 0,12 0,64 nd nd 0,01 0,01 0,24 nd nd 86,21 PA25248 goterón
sb sn-1 3,79 0,07 89,1 0,3 6,66 nd nd 0,07 nd nd nd nd nd PA25249 mineral Cu sb
sn-2 3,26 1,16 92,0 2,07 0,89 nd nd nd nd nd nd 0,66 nd Fig. 13. Resultados
obtenidos mediante frx; valores expresados en porcentajes sobre peso; material
hallado en el yacimiento de Santa Bárbara (hosb-Huércal-Overa Santa Bárbara).
num-ans tipo n.º inv. Fe Ni Cu Zn As Ag Sb Pb Bi Ti Mn Co otros elem. PA25250
mineral Cu Cerro Minado sb sn -3 17,2 nd 51,6 0,67 29,8 nd 0,34 0,07 0,28 nd nd
nd nd PA25250B mineral Cu Cerro Minado sb sn -3 23,8 nd 46,8 0,49 27,7 nd 0,76
0,2 0,22 nd nd nd nd PA25251 mineral Cu Cerro Minado sb sn -4 6,32 0,42 82,3
0,55 9,94 nd nd 0,06 0,18 nd nd 0,2 nd PA25252 mineral Cu azul Cerro Minado sb
sn -5 1,36 0,45 85,5 1,49 10,1 nd nd nd nd nd nd 0,3 nd PA25253 mineral Cu
verde Cerro Minado sb sn -6 0,98 0,17 30,0 0,51 0,14 nd nd nd nd nd nd nd 68,09
PA25254 mineral Cu azul Cerro Minado sb sn-7 1,48 0,08 9,03 nd 0,12 nd nd nd nd
nd nd nd 89,25 Fig. 14. Resultados obtenidos mediante frx; valores expresados
en porcentajes sobre peso; las muestras han sido tomadas en las escombreras de
la cantera de la cima de Cerro Minado. hemos de señalar
el alto contenido de As comparado con los restos analizados de las vasijas.
Pese a que las vasijas parecen relacionarse más con minerales de un contenido
relativamente bajo de As, siempre teniendo en cuenta la volatilidad de este
elemento, dependiendo en gran medida de las condiciones redox de la reducción
mineral, en el caso del goterón parece ser lo contrario. Si unimos este hecho a
la alta variabilidad de la composición de los minerales de Cerro Minado, esto
puede indicar un uso relativamente aleatorio de las mineralizaciones. Es decir,
que, aunque busquen unos minerales de unas características parecidas, no parece
que exploten unos filones concretos y abandonen otros solo porque no se ajuste
a lo que quieren, sino más bien que aprovechan lo que les sea más fácil
obtener, aunque a esta propuesta aún le falta ser respaldada por más análisis
de restos de producción procedentes del yacimiento, para poder establecer si
existió o no una selección de un tipo de mineral frente a otro, además de la
ampliación en cuanto a tipos de análisis que nos ayuden a esclarecer los
distintos procesos metalúrgicos que fueron llevados a cabo en el poblado. Sea
cual fuere el caso, los resultados obtenidos vienen a ratificar, en general,
los datos obtenidos previamente acerca de las mineralizaciones de Cerro Minado
y su posible vinculación con la producción metalúrgica en el yacimiento de
Santa Bárbara. Aunque varios equipos han realizado muestreos de las minas de
Cerro Minado para su mejor caracterización isotópica9 , actualmente los únicos
datos publicados corresponden a un primer muestreo realizado por el equipo de
la Univ. de Oxford 9 Com. pers. de Montero y Risch. Fig. 15. Posición de Cerro
Minado entre las mineralizaciones de Andalucía según los análisis de isótopos
de plomo. Valle Alcudia (cuadrado verde oscuro con punto verde claro); Iberia
so Ossa Morena (cuadrado verde); Pedroches (cuadrados verdes con punto blanco);
Huelva Río Tinto (pequeños cuadrados azules); Linares (cuadrados naranjas);
Iberia se Murcia MazarrónCartagena (cuadrados verde-amarillo y cuadro sin
relleno); Iberia se Sierra Cabrera (puntos grises); Iberia se Minado (cuadrados
rojos pequeños); Iberia se Sierra de Gata Monsul (cuadrado negro); y Gata n
Rodalquilar (azul claro). © Universidad de Salamanca Zephyrus, LXXXI,
enero-junio 2018, 71-91 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore,
J. Chamón y M. A. Moreno / El poblado fortificado… 85 en colaboración con la
Univ. Autónoma de Barcelona (Stos-Gale et al., 1999: muestras sp55 y 57), que
hemos representado con los isótopos de plomo 207/206 y 208/206 a dos escalas,
2.07-2.095 y 2.05-2.13, para facilitar su comparación con otros grupos del s de
la Península Ibérica (Figs. 15 y 16). En ambos gráficos se puede apreciar que
Cerro Minado se individualiza con relativa claridad de otras áreas grandes
mineras, tanto del se como Sierra Cabrera (Almería), Sierra Almagrera-Mazarrón
(Almería-Murcia) y Cartagena (Murcia), como de Andalucía centro-oriental y
centro-occidental, caso de Linares (Jaén) y Pedroches (Córdoba). Eso mismo
sucede respecto a Andalucía Occidental, el grupo de Riotinto (Hueva) y la
región geológica de Ossa Morena en Huelva con su proyección hacia el s de
Portugal. En todo caso, creemos que los límites del campo isotópico Cerro
Minado deben definirse con más precisión. Como artefactos procedentes de esta
mineralización se han sugerido una espada de cinco remaches de El Argar, la
muestra am 18, sin descartar como alternativa Calabona en Cerdeña (Stos-Gale,
2001: 450, tab. 2, 452), que parecen seguir en el caso de Cerro Minado, con
prudencia, Montero y Murillo (2010: 46, fig. 6). También se ha vinculado con la
mineralización un puñal de tres remaches de La Bastida de Totana, la muestra mu
15, igualmente sin descartar como alternativa Calabona en Cerdeña (Stos-Gale,
2001: 450, tab. 2, 452), mientras Montero y Murillo enfatizan su proximidad con
un goterón de cobre de Terrera Ventura (Tabernas, Almería); y la muestra am 9,
donde nuevamente Stos-Gale (2001: 450, tab. 2, 452) Fig. 16. Posición de Cerro
Minado entre las mineralizaciones del se ibérico según los análisis de isótopos
de plomo. Iberia so Huelva Sultana (cuadrados marrones con punto amarillo);
Iberia Córdoba Pedroches (cuadrados verdes con punto blanco); Cerdeña Calabona
(rectángulos pequeños azules); Iberia se Cartagena (cuadrados grises sin
relleno); Iberia se Mazarrón-Almagrera (cuadrados verde-amarillo); Iberia se
Cerro Minado (cuadrados rojos); Iberia se Sierra Cabrera (puntos grises); e
Iberia se Gata y Gata Monzu-Paniza (cuadrados negros y cuadrados azules sin
relleno). 86 P. González Quintero, A. Mederos, A. Díaz, C. Bashore, J. Chamón y
M. A. Moreno / El poblado fortificado… propone tanto Cerro Minado como Calabona en
Cerdeña. Finalmente, de un hacha de Fuente Álamo, fa 13, Stos-Gale (2001: 450,
tab. 2, 454) sugiere un origen en metal sardo de Calabona, mientras Montero y
Murillo (2010: 44, tab. 1; 46, fig. 6) enfatizan su proximidad con dos muestras
de mineral parcialmente reducido de Almizaraque, las cuales están relativamente
cerca de una de las dos muestras de Cerro Minado. En conclusión, los datos
actuales sugieren provisionalmente un aprovisionamiento a yacimientos
inmediatos tanto en el Calcolítico como podría ser Almizarque, como durante el
Bronce Inicial y Medio, hacia Fuente Álamo en la cuenca del Bajo Almanzora, El
Argar en la cuenca baja del río Antas y La Bastida en la cuenca murciana del
río Guadalentín. Merece destacarse también el bajo porcentaje de estaño de
estos artefactos argáricos, el 1,11% en el puñal de La Bastida o el 1,24% en el
hacha de Fuente Álamo.
Fig. 11. Distribución de material metalúrgico en el área del bastión junto a la muralla y de la estructura rectangular asociada con un molino. |
El poblado de Puente de Santa Bárbara
parece surgir en un momento avanzado del Calcolítico Medio, con los datos
actualmente disponibles, y está dentro de un eje de yacimientos fortificados
próximos al cauce del río Almanzora que forman Almizaraque (Cuevas del
Almanzora) (Delibes et al., 1986a), que consideramos el poblado central de la
comarca del Bajo Almanzora; Zájara (Camalich et al., 1992); Campos (Cuevas del
Almanzora) (Martín Socas et al., 1985-86); Puente de Santa Bárbara
(Huércal-Overa) (González Quintero et al., 1993); y probablemente también La
Cueva 3 (Arboleas)10 (Martín Socas et al., 1999: 394, fig. 85). De ellos, solo Almizaraque
y Puente de Santa Bárbara tienen clara continuidad durante el Calcolítico Final
por la presencia de cerámica campaniforme 10 Mederos, A.: Los Estados
Incipientes del Sureste de la Península Ibérica. Repercusiones en las cuencas
de los ríos Aguas, Antas y Almanzora. Almería (4500-1300 a. C./5300- 1600 a.
C.). Tesis doctoral defendida en 1993/94 en la Univ. de La Laguna (disponible
en ftp://tesis.bbtk.ull.es/ ccssyhum/cs23.pdf). (Delibes et al., 1986a: 171;
González Quintero et al., 1993: 29, 28 fot.). No sucede así en Campos que
parece ser destruido en la transición al Calcolítico Final, periodo que abarca
entre c. 2475-2275 cal ac en el se, pues de un enterramiento adulto femenino
amortizando la parte superior del silo 3, en el corte 9, se obtuvo una datación
de c. 2590-2490 cal ac y la destrucción de la estructura fortificada según su
nivel de incendio indica c. 2475 cal ac (Martín Socas et al., 1985-87: 137;
Mederos, 1995: 56). Hernando (1988: 588, 637; 1988a: 186, 191, 195)11 sugirió
identificar como cerámicas campaniformes tipo Ciempozuelos dos fragmentos
incisos de la ‘casa’ c (Siret y Siret, 1890: lám. 10/77-78). Uno de ellos solo
presenta dos líneas horizontales en zigzag, incisas o impresas con matriz
dentada, pero carece de pasta blanca. El segundo, que sí se ha “rellenado con
una sustancia [...] blanca o negra, según los sitios…”, presentaría seis líneas
en zigzag dispuestas a intervalos regulares dentro de una banda incisa que las
enmarca, en una forma cerámica de tendencia troncocónica invertida. Ambos no
responden a un patrón decorativo tipo Ciempozuelos o Campaniforme del Sudeste.
El carácter de poblado amurallado de Santa Bárbara, con presencia de bastiones
semicirculares, encuentra paralelos en otros yacimientos del cauce del río Almanzora
como Campos (Siret y Siret, 1890: lám. 9; Camalich et al., 1998: 402-403, fig.
5) o Almizaraque (Delibes et al., 1986b: taf. 1b), poblado fortificado que
conserva incluso un bastión semicircular, a pesar de las dudas iniciales por
estar afectadas algunas de estas estructuras por las excavaciones previas de
Luis Siret (Delibes et al., 1986a: 170, 173, 176). Durante el Calcolítico
Medio, a partir del 3100 cal ac, parece apreciarse una intensificación de la
producción metalúrgica por el incremento del número de artefactos de cobre en
los yacimientos. No obstante, a pesar de la cercanía del Cerro de la Virtud
(Cuevas del Almanzora) con la antigua 11 Hernando Gonzalo, A.: Evolución
interna y factores ambientales en la interpretación del Calcolítico del sureste
de la Península Ibérica. Una revisión crítica. Tesis doctoral defendida en 1988
en la Univ. Complutense de Madrid. mina de la Virtud de San José12, cerro en el
que se localizaron niveles del Calcolítico Medio (Montero y Ruiz Taboada, 1999:
13) y del Calcolítico Final con cerámica campaniforme del grupo del Sudeste
(Garrido, 1996: 65, fig. 2), el sondeo realizado en el Cerro de la Virtud
resultó insuficiente para poder valorar posibles actividades metalúrgicas. La
presencia de óxidos de cobre, del tipo de la malaquita y cuprita en Sierra
Almagro, tuvo su punto de explotación en el yacimiento calcolítico del Puente
de Santa Bárbara, con la presencia de dichos minerales en bruto, escorias
parcialmente procesadas, nodulillos de cobre, vasijas de reducción y crisoles.
Los análisis sugieren que la presumible principal fuente de abastecimiento se
encontraría a tres kilómetros en dirección Noreste, en el Cerro Minado, donde
abundan dichas mineralizaciones, y cuyo acceso no tendría excesivas
dificultades, valiéndose bien de la Rambla de Santa Bárbara, o bien de la
Rambla de la Ermita, siendo corroborado el aprovechamiento pretérito de la
mencionada mina a través de algunos indicios como la presencia de picos y
percutores con marcas de entalle para su enmangue, fechado al menos a inicios
del Calcolítico Final, c. 2469- 2336 cal ac (Delgado et al., 2014: 30). Es
posible que Cerro Minado, por la presencia de arseniatos, también abasteciese a
poblados de la llanura de Lorca como Agua Amarga, donde eran fundidos junto a
carbonatos y minerales ferrocupríferos con ganga de sílice libres de arsénico, obtenidos
en depósitos locales de cobre (Escanilla et al., 2016: 20 y 26; Escanilla,
2016: 356-358). La importancia del yacimiento del Puente de Santa Bárbara es
que nos encontramos con un asentamiento de dimensiones modestas, 1,5 ha, donde
el porcentaje de evidencias metalúrgicas solo podría equipararse en el sudeste
de la Península Ibérica a los existentes en Parazuelos (Lorca, Murcia), donde
se recogieron 10 kg de mineral junto a la tumba 1 y otros 10 kg de escorias en
la colina oeste asignables al Calcolítico Medio-Final (Siret y Siret, 1890:
269-272, tab. 1; Escanilla, 2016: 283-284); y Agua 12 Montero, op. cit. n. 3:
166-167, 168, fig. 14. Amarga (Lorca, Murcia), donde observaron varios
kilogramos de escorias del Calcolítico Medio, conservándose en el Museo
Arqueológico de Murcia 61 escorias con un peso de 0,48 kg, más otros 109 g
recuperados por Escanilla (2016: 294-295; Escanilla et al., 2016: 13-16). Otros
yacimientos contemporáneos como La Ciñuela (Mazarrón, Murcia), que presenta una
fase del Calcolítico Medio avanzado y otra del Calcolítico Final con cerámica
campaniforme (Ayala e Idáñez, 1987: 287; Mederos, 1995: 61), cuenta con un
registro de escorias y vasijas de reducción mucho más modesto (Escanilla, 2016:
299, fig. 5.18 y 19). Por otra parte, Santa Bárbara permite presentar también
por primera vez una distribución espacial detallada de los fragmentos de
vasijas de reducción y crisoles dentro de un yacimiento calcolítico en el se.
Concretamente, en los tres sectores objeto de excavación, y todos, con
claridad, señalan su generalización dentro del hábitat. El número de artefactos
metálicos de cobre es pequeño, solo un punzón y una aguja, pero otros
yacimientos del entorno con excavaciones más intensivas como Almizaraque han
proporcionado hasta 70 artefactos (Siret, 1948: 117) y 15 más en las
excavaciones entre 1980 y 1984 de Delibes y Fernández-Miranda13, lo que nos
indica que muchos de estos artefactos se encuentran en los poblados más
importantes o en los yacimientos centralizadores de cada comarca, como fue el
caso de Almizaraque para el Bajo Almanzora, en la actualidad parcialmente
enterrado por procesos sedimentarios, siendo solo visible la parte más elevada
del mismo, funcionando otros yacimientos como Santa Bárbara como asentamientos
destinados a la transformación de materias primas, en este caso metalúrgica.
Estos asentamientos centrales debieron de tener un abastecimiento más
diversificado, pues el análisis de los elementos traza muestra que Almizaraque
ya no dependía de un abastecimiento del metal desde el inmediato asentamiento
en el Cerro de la Virtud y las mineralizaciones de Herrerías, con notables
valores de plomo, que apenas está presente en dos fragmentos de vasijas de
reducción y en uno de mineral entre el
centenar de muestras analizadas de Almizaraque (Montero, 1999: 339; Müller et
al., 2004: 51). Por otra parte, se podrían identificar tres tipos de
procedencias metálicas a partir del análisis de los nódulos de escorias de
cobre (Müller et al., 2004: 44-45, tab. 6), o cinco posibles mineralizaciones
en el poblado de Las Pilas (Murillo et al., 2017: 31). Un yacimiento
intensamente excavado como Campos, después de las campañas de los hermanos
Siret y de las más recientes realizadas entre 1976-77 y 1985-86, dirigidas por
Camalich y Martín Socas, han aportado 11 punzones, 6 cinceles, 2 hachas y 1
puñal (Siret y Siret, 1890: 76-79; Martín Socas y Camalich, 1986: 189)14, 20
artefactos en total. Otro asentamiento donde la función de control del
territorio es más evidente por su emplazamiento más elevado en una meseta
aislada topográficamente, Zájara, en cambio, solo cuenta con 1 punzón, 1 hacha
plana, 1 puñal y 1 anillo procedentes de las excavaciones de Siret15, que marca
parámetros similares a Puente de Santa Bárbara. También se localizó un
fragmento de brazalete metálico en la campaña de 1990 (Camalich et al., 1992:
208, fig. 5a), después clasificado como un fragmento de punzón, además de unos
60 pequeños nódulos de escorias de cobre en una de las estructuras excavadas en
el suelo (Camalich et al., 1998: 267, 105, fig. 47/3). La conclusión final es
plantear, como hipótesis de trabajo, si ya en el Calcolítico Final pudieron
surgir asentamientos especializados en la producción de útiles de cobre de
acuerdo con la distribución espacial de los elementos vinculados con la
metalurgia en la mayor parte de la superficie excavada del yacimiento del
Puente de Santa Bárbara, a pesar de las lógicas dudas planteadas por Lull et
al. (2010b: 331) para el Calcolítico, que complementaría a su función de
control del territorio en un punto clave de cruce de rutas y al aprovechamiento
agropecuario del entorno inmediato. Esta especialización en un poblado
calcolítico tal vez lo tenga un poblado también pequeño como Agua Amarga
(Lorca, Murcia), de 0,25 ha, o más probablemente 14 Montero, op. cit. n. 3:
194. 15 Montero, op. cit. n. 3: 197. Parazuelos (Mazarrón, Murcia), según
sugiere Escanilla (2016: 293, fig. 5.11, 320), aunque haría falta excavaciones
para su definitiva confirmación. Este proceso se aceleró durante la Edad del
Bronce, pues solo en el poblado de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén) se han
localizado un porcentaje importante de escorias metalúrgicas con unos 150
nódulos de escorias de cobre (Moreno et al., 2010: 310), a los que se suma todo
un vertedero de escorias en la parte superior de la ladera sur (Contreras y
Moreno, 2015: 52). Las evidencias procedentes de La Bastida (Totana, Murcia)
son una concentración de 70 pequeños nódulos de escorias que suman 2 g
localizados en los niveles iniciales de la entrada de la muralla (Lull et al.,
2014: 562, fig. 3, 565; Escanilla, 2016: 314-315, fig. 5.24), pero son más
conocidas otras de minerales de plomo. Inicialmente se creía que procedían de
niveles del Bronce Tardío (Lull et al., 2010a: 25 y 2010b: 333), aunque
recientes estudios analíticos las identifican como escorias de colada producto
de la reducción de la galena, con porcentajes de plomo del 5 al 22% y una media
del 10-11%, similar a las escorias de plomo de época romana en Cartagena (Lull
et al., 2014: 562, fig. 3; 565; Escanilla, 2016: 312-313, fig. 5.22, tab. 5.4).
Queda la duda sobre los nódulos de escorias procedentes de El Oficio (Cuevas
del Almanzora, Almería) (Siret y Siret, 1890: 160, lám. 62/52), donde algunos
son exclusivamente plomo fundido (Siret y Siret, 1890: 160, lám. 62/50-51) y
las de El Argar (Antas, Almería) (Siret y Siret, 1890: 160, lám. 27/16-17),
pues ambos también presentan esta fase postargárica e islámica en el último
caso. Por ello, con los datos actualmente disponibles, es precisamente Peñalosa
el único poblado comparable a Puente de Santa Bárbara, pero ya durante el
Bronce Medio avanzado, al presentar evidencias de actividades metalúrgicas en
la mayor parte de las unidades habitacionales del poblado (Moreno, 2000; Moreno
et al., 2010: 320; Lull et al., 2010b: 334, tab. 2, 335; Moreno, Alarcón y
Contreras, 2012: 105-106, fig. 5; Contreras y Moreno, 2015: 48-54, lám. 15-21).
No obstante, esto no implica en ambos casos su carácter exclusivo o
excepcional, sino que es lo que actualmente podemos inferir para el sudeste
respecto a los poblados excavados. En otros casos que hemos mencionado para el
Calcolítico, caso de Parazuelos con c. 10 kg de escorias por tratarse de una
excavación de fines del s. xix con una recuperación parcial del registro
metalúrgico, u otros aún no excavados como Agua Amarga, pueden responder a una
misma especialización y abastecer también a las redes de intercambio dentro del
sudeste, con una producción que superaba el ámbito de autosuficiencia del
propio poblado, algo que ya tenemos confirmado durante el Bronce Argárico.
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Cantón***, Charles Bashore Acero****, Jorge Chamón Fernández***** y Marco A.
Moreno Benítez****** * Dpto. de Ciencias Históricas-ulpgc. Edificio de
Humanidades. Plaza de la Constitución, s/n. 35003 Las Palmas de Gran
Canaria. Correo-e: pgonzalez@dch.ulpgc.es. id orcid: 0000-0002-4632-5009 **
Dpto. de Prehistoria y Arqueología-uam. Facultad de Filosofía y Letras. Campus
de Cantoblanco. 28049 Madrid. Correo-e: alfredo.mederos@uam.es. id orcid:
0000-0002-0036-7940 *** Univ. de Almería. C/ Lope de Vega, 8, 1.º a. Edificio
La Almunia. 04003 Almería. Correo-e: dressel20@hotmail.com. id orcid:
0000-0002-7403-2553 **** Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Facultad de
Filosofía y Letras-ugr. Campus Universitario de Cartuja. 18071 Granada.
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Relva, 27. 36410 Pontevedra. Correo-e: jorge.chamon@aimen.es. id orcid:
0000-0002-8092-7150 ****** Tibicena Arqueología y Patrimonio slc. C/ Obispo
Rabadán, 41 Bajo. 35003 Las Palmas de Gran Canaria. Correo-e:
tibicena@tibicena.com. id orcid: 0000-0002-5840-111x Recepción: 31/05/2017;
Revisión: 4/11/2017; Aceptación: 20/1/2018
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