Por Juan Pardo Valera. Director de la revista Paraíso Natural
Mucho se ha hablado en los últimos años del desarrollo sostenible. Tanto que se está convirtiendo en una palabra quemada: socialmente correcta, políticamente imprescindible y prácticamente inservible. En un foro propiciado por una conocida entidad financiera almeriense, en el que participé hace unos meses, un afamado arquitecto sostenía lo siguiente: “los campos de golf son la quintaesencia del desarrollo sostenible; porque lo tienen todo: naturaleza, construcciones, deporte... y hasta los pájaros son más felices”. Un empresario, muy vitoreado por la mayoría de los asistentes, apostillaba que: “el único futuro viable para nuestra provincia es tirar los hoteles de la costa y construir urbanizaciones de turismo residencial para los europeos del norte; porque Almería es una provincia vacía...”
Los niños y jóvenes de Overa reviviendo sus tradiciones. Carnaval de Máscaras de camisas o Peloteros. |
Claro, esto del desarrollo sostenible tiene tantas visiones como intereses. Y las anteriores opiniones, por muy disparatadas que nos parezcan, se siguen propiciando y publicitando por muchos poderes privados y públicos.
Desde la visión de conservación del medio natural está claro que el único desarrollo que nos podemos permitir es aquel que la propia naturaleza pueda soportar sin alterar sus valores esenciales y ciclos vitales de flora, fauna, paisaje, clima...
La ganadería ha sido históricamente una fuente de ingresos equilibrada. Foto. J.Pardo |
Desde el punto de vista socio-económico es aquel que garantiza un desarrollo sostenido sin agotar los recursos que lo generan. Pero el motivo de la presente reflexión se centra en una visión menos debatida, más sutil e incluso, para muchos, de menor importancia: el desarrollo culturalmente sostenible.
La tipología constructiva tradicional no debe perderse. Es bonita, práctica, sostenible: LA NUESTRA... |
Con una mirada al pasado: formas de vida y prácticas sostenibles. Foto: Ana García |
Y lo más importante, humanizando esta lucha con tantas y tantas tradiciones que nos hacen distintos, especiales, únicos: gastronomía (migas, pimentones, gachas, cuajaderas, pelotas...), bailes (verdiales, de ánimas, parrandas,…), carnavales (peloteros, mascaritas de “curú curú”...), tradiciones de cosecha y matanza (los tiestos, las panochas “colorás”, los ramos...), la riqueza de nuestro patrimonio arquitectónico tradicional (arquitectura nijareña, alpujarreña, levantina...), romerías, cuadrillas, fiestas populares, expresiones del lenguaje, afabilidad... la esencia de lo que somos.
La agricultura ha sido y puede seguir siendo nuestra actividad económica fundamental. ¡Pongámonos al día...! |
El Flamenco una de nuestras raices culturales que tenemos que cuidar. |
Estoy muy orgulloso de sentirme argárico, fenicio, romano, godo, árabe, caballero andante, hijo de emigrante, un poco bohemio y mucho soñador... y no reniego de ser algún día europeo, pero sobre todo ciudadano del mundo. Pero por favor piano, sin prisas, “poquico” a poco. Que lo soporte nuestra naturaleza, lo asimile nuestra mente y que nuestros hijos sepan quiénes son, de dónde vienen sus raíces y lo más importante: que luchen por un futuro mejor, más solidario y humano, como sus padres les enseñaron. Respeten sus tradiciones y las enseñen a las nuevas generaciones.
Estoy muy orgulloso de sentirme argárico, fenicio, romano, godo, árabe, caballero andante, hijo de emigrante, un poco bohemio y mucho soñador... Foto: J.Pardo |
El comercio tradicional, las nuevas tecnologías, la comercialización, la recuperación cultural... ¡¡Nuevos tiempos; nuevas formas... pero respetando las raíces que nos hacen ser grandes...!!
Yo también brindo por una Overa con futuro, trabajo y riqueza para todos. Gracias por este artículo y por la labor que estáis haciendo en Overa Viva.ENHORABUENA.
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