OVERA DURANTE LOS SIGLOS XV-XVI y XVII
De enclave nazarí principal a la exención de
villazgo y la creación del municipio de Huércal-Overa.
Por Juan D. Pardo Valera
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Idealización del Castillo de Overa en su máximo esplendor |
Las vicisitudes de nuestra tierra en estos
siglos decisivos para el futuro son muy intensas y llenas de momentos claves en la historia de la península Ibérica y de toda Europa. Siglos antes, con la
llegada de los árabes, se
inaugura una nueva época para nuestra tierra. El rey Teodomiro -visigodo-
consigue un acuerdo con los árabes y aunque bajo su poder, consigue unas
condiciones de autonomía -La Cora de Tudmir-.
Este espacio
geográfico y político del sureste, con bastantes altibajos, se mantiene hasta
la caída de Lorca y su comarca en poder de los cristianos, en el año 1246. A
partir de entonces, Overa y su torre defensiva de Huércal son frontera entre
dos mundos durante dos siglos y medio. Dos mundos -el cristiano y el musulmán-
en constante disputa, compartiendo periodos de guerra y otros de armisticio e
intensas relaciones comerciales y personales.
La vida en la frontera es dura, peligrosa y
llena de cambios. Tanto los cristianos de Lorca como los árabes de Vera y
Purchena montan “cabalgadas” para castigar al contrario y robarle sus bienes
más preciados: mujeres, jóvenes, ganados, cosechas…Nuestro castillo de Overa
resiste varios asedios y se alza como el símbolo del poder musulmán en toda la
frontera… Solo la arriesgada aventura del capitán Tomás de Morata consigue tomarlo al asalto a principios del siglo XV y permanecerá bajo mandato cristiano por poco más de una década, hasta que vuelve a dominio árabe, .
1.
Entrega
del castillo de Overa a los Reyes Católicos
En
el año 1488, tras el decaimiento del poder nazarí y el avance de las tropas
cristianas mandadas por los Reyes Católicos. En julio de ese año 1488, nuestro
territorio cae en manos de los Reyes Católicos – de las tropas del Conde de
Lorca que es quien pone el grueso de sus efectivos bajo la enseña de los
Reyes-, que reciben en el Real de Antas, las llaves del castillo de Overa y
todos sus territorios, así como el resto de fortalezas del Almanzora. Se acuerda proteger la vida, propiedades y
religión de sus moradores árabes a cambio de la sumisión e impuestos y pasan a
denominarse “mudéjares y después,
moriscos”.
Este
desplazamiento del poder político de la Vera nazarí a la Lorca cristiana, es
tremendamente perjudicial para la importancia político-militar de Overa, que ve
como su importancia estratégica cae en picado, al dejar de ser el gran bastión
de la frontera y ver como su vecina Huércal adquiere toda la ventaja a estar
más próxima a Lorca y convertirse en el acuartelamiento militar en torno a su
potente torre.
En el
siglo XVI el declive poblacional de Overa se ve incrementado por el gran
peligro que suponen las invasiones de piratas berberiscos en las costas
almerienses – que en su cenit toman el pueblo de Cuevas y esclavizan a todos
sus habitantes-. Esto, unido a la inseguridad general, da un cambio radical en
el poblamiento, pasando Overa de ser la gran población del Almanzora a ir
quedando paulatinamente despoblada.
En
esta época, nuestro territorio pasa a formar parte de Lorca, de donde depende
administrativamente. – Se lo entregan los Reyes Católicos como compensación por
los servicios prestados-,
Pero no es una buena época para nosotros, por
el despoblamiento y la falta de interés de las administraciones en nuestros
problemas.
Las grandes extensiones de pastos de La Ermita
son una de las razones fundamentales por las que Vera y Lorca se enzarzan en un
pleito de muchas décadas: La Ballabona,
El Campico de Nubla, La Salailla, Las Rellanas... son el objeto de deseo de
unos y otros por la gran riqueza ganadera que representaban.
Castillo de Overa en la actualidad
2.
La
rebelión de los moriscos
El incumplimiento de los acuerdos de
rendición del Reino Nazarí, incluidos los firmados en el Real de Antas de 1488,
hace que, en 1568, los moriscos se subleven en las Alpujarras, bajo el mando de
Aben Humeya, y bajen todo el río Almanzora sublevando a la población morisca,
con la pretensión de tomar Vera y recibir ayuda del norte de África. Nuestro
territorio se convierte en campo de batalla y tras la derrota de los
sublevados, estos “moriscos” son
expulsados del territorio a otras zonas de España: Castilla, Aragón, Murcia.
Quedando el territorio deshabitado a expensa de ser repoblado por cristianos,
venidos de otras zonas de España – sobre todo del levante-. Huércal es
repoblada, no así Overa por la inseguridad imperante en la comarca. Esto fue la
puntilla final al declive de Overa, pasando de ser un enclave estratégico
fundamental en el reino nazarí a un mero comparsa de Huércal a partir de estos
tiempos.
En
1668, Huércal y Overa compran su independencia de Lorca y se constituyen en
municipio independiente con el nombre de Huércal- Overa.
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La ribera del Almanzora, lugar de fértil vega y vida sencilla |
1. Overa
y Huércal (3 de marzo de 1668)
La exención o emancipación de villazgos fue un hecho frecuente en España
durante los siglos XV al XVII, sobre todo como efecto de la venta de
jurisdicciones, ya fueran señoríos o villas. Este recurso fiscal, que no deja
de poseer una trascendencia política y social, se hizo dentro de un proceso más
general de almoneda de mercedes, que terminó
afectando a alcabalas, enclaves,
hidalguías, hábitos de órdenes militares, encomiendas,
títulos nobiliarios o hasta los
principales cargos de la administración. En algunos
territorios dio lugar a cambios o
redistribuciones del espacio político de cierta consideración. En consecuencia,
no es un asunto menor estos procesos de separación jurisdiccional que se dieron
a lo largo de los tiempos modernos. Sus múltiples posibilidades de análisis
otorgan a los villazgos una posición privilegiada para percibir las
consecuencias de la venalidad, la práctica política entre Corona y población -especialmente
la que habitaba el espacio rural-, así como la construcción de discursos políticos
desde las instituciones locales que la representaban
Huércal y Overa, dos de las aldeas del
extenso término de la ciudad de Lorca, fueron de las primeras en conseguir su
villazgo el 3 de marzo de 1668. Contaban en ese momento con 120 vecinos y eran
el centro de un amplio espacio que, desde los tiempos nazaríes, se empleaba
para la invernada de los ganados de Guadix y la Hoya de Baza; el fin de la
frontera granadina no modificaría esta realidad económica, sino que
incrementarían los intereses ganaderos por estos pastos situados entre las
poderosas ciudades de Lorca y Vera, y los estados del marqués de los Vélez,
adelantado y capitán mayor del reino de Murcia. Ya en el siglo XVII, los
mercaderes genoveses de lanas apreciarían las posibilidades comerciales de esta
zona, desarrollando tal control sobre el mismo que uno de ellos, don Juan
Bautista Montanaro, vecino de Cartagena, sería nombrado en 1708 por el
archiduque Carlos de Austria marqués de Huércal-Overa. Así pues, en la
emancipación municipal de este territorio estratégicamente situado entre los
reinos de Murcia y Granada no serían ajenos los amplios intereses mercantiles
que por entonces se estaban construyendo. Su venta continuaba la práctica del
reinado de Felipe IV de ventas de vasallos, cuya autorización habían otorgado
con grandes reticencias las Cortes de 1625-1630 para obtener ingresos
económicos con los que sufragar los gastos de la Monarquía. La venta de Huércal
y Overa se hizo en régimen de factoría, es decir, el beneficio se aplicaba para
pagar a uno o varios asentistas que habían prestado grandes sumas de dinero a
la Corona para atender gastos perentorios ocasionados por las guerras de
Portugal y de Devolución entre 1665 y 1668. Aunque estaba estipulado el precio
por el consejo de Hacienda en 6.200 ducados la legua de territorio, además de
la media anata de la merced, la enajenación de estas aldeas se efectuó por
error en 5.600 ducados la legua, cantidad que el propio órgano hacendístico
trató de solventar posteriormente. No obstante, los vecinos pagaron finalmente
más de lo estipulado en un principio, puesto que tuvieron que hacer frente al
censo pedido sobre los bienes de propios –su codiciada zona de pastos de La
Ballabona, el Campico de Nubla y las rellanas– para satisfacer el capital
principal. Tampoco fue sencillo el amojonamiento de la nueva villa, ya que la
propia ciudad de Lorca denunció la violencia con la que se realizó y la
parcialidad con la que actuó el juez de comisión enviado por la Cámara de
Castilla: le acusaba de no respetar los deslindes que se hacían desde finales
del siglo XVI, al permitir las demandas de los representantes de la nueva villa
y perjudicando hasta en tres cuartos de legua el término lorquino. Para los
vecinos de Huércal-Overa, su villazgo y la compra de los oficios concejiles
provocó un alto endeudamiento de la hacienda local, de manera que el nuevo
ayuntamiento todavía debía a mediados del siglo XVIII una gran suma de dinero
por el acceso a su ansiada libertad municipal
BIBLIOGRAFÍA:
1.
NUBLA, La ermita de La Concepción-Overa. J.D.
Pardo Valera. Huércal-Overa, Ayuntamiento 2022.
2.
Huércal y Overa, un espacio en disputa.
Alfonso González. Ayuntamiento de Huércal-Overa 2020
3.
Huércal y Overa: de enclaves nazaríes
a villas cristianas (1244-1571), J. F. Jiménez Alcázar Huércal-Overa, Ayuntamiento, 1996.
4.
L. Buendía Porras y J. D. Muñoz Rodríguez, “Nuevos poderes para nuevos
espacios. Los diputados de la marina murciana en la vertebración política del
territorio (S.XVI-XVIII)”, Murgetana, 107, 2002, pp. 73-91.
5
V. Montojo Montojo y F. Maestre de San Juan-Pelegrín, “Las relaciones
comerciales entre el Reino de Granada y el Reino de Murcia en la Edad Moderna”,
en M. Barrios Aguilera y Á. Galán Sánchez (coord.),