Overa,
la más famosa
Fue
de España y sus regiones
En
algunas ocasiones
De
aquella vida azarosa.
Aquí
transitó la gloria
Militar
de las legiones
Romanas
con Escipiones,
Con
Aníbal, tunecinas;
Las
de Aragón alfonsinas
De
Alfonso el Batallador;
Las
árabes de El Mansor,
De
Castilla isabelinas
Con
Fernando el de Aragón;
De
Jeromín “felipinas”
Y
de Franco el dictador.
También
conoció la fama
Por
otras varias razones:
Por
lo sutil de la lana
De
baladores corderos
Al
son del ronco cencerro,
Por
su melibea naranja
Y
su paisaje solar,
Por
ciegas inundaciones
De
la lluvia torrencial
De
otoño en las estaciones,
Y
por ser cruz de caminos
De
las comunicaciones
Entre
la sierra y el mar
Y
distintas poblaciones
Su
río seco y capaz,
A
la vez, de gran caudal
Y
su puente gris de hierro.
Estos
tristes, ¡ay, dolor! que ves ahora
Campos de
sequedad, huertos quemados
Fueron un
tiempo aldea vital famosa.
Aquí, de
Cipión el Africano
Calzada fue
de ruta montuosa.
Cumbre
del Cabezo de la Jara, en los confines de Huércal-Overa, supuesta tumba de Escipión el Africano
Busto de Cneo Escipión, tío de Escipión el Africano
Y es hoy
reliquia solamente
De aquellos
días lejanos en Overa
La
hazaña gloriosa de su gente.
Zozobra el
barco en mar tempestuosa
Gime la
tierra y llora sin consuelo
Reza,
sufre, impreca y desespera
Mira y niega
la imagen monstruosa
De abandono
y desprecio de su suelo
Que a tantos
dio alimento generosa
A la orilla del
río, en su ribera
Cuando quiso echar Dios, agua del cielo
En el temido
otoño o primavera
En noche de relámpagos y truenos
O tarde veraniega tormentosa,
Que exclamar
motivara de los buenos:
¡Válgame
Dios! ¡Qué lluvia tan severa!
Santa Bárbara venga a socorrerte
Si andas en
descampado y a tu suerte
Y sale y estás cerca, el río de Overa.
Atiende el
ronco son de caracolas
Que avisan
del peligro, de la muerte
Que traen
las tumultuosas, turbias olas
Y mueve gruesas piedras y a la gente
Que feliz a
su orilla vive y mora,
Arrastra sin
piedad, terriblemente
Y tumba
enorme mole tan ingente
De una tarde
de lluvia en una hora
Como aquel
nuestro extraordinario puente
De hierro
fabricado firmemente
De
barandillas que al vibrar sonoras
Cantaban su
canción rítmicamente.
Te enfrentas
a un gigante impenitente,
Un cíclope
sin alma que elabora
Tragedias en
silencio, indiferente
Al tránsito
del tiempo, eternamente:
El
formidable, rústico Almanzora.
De los sus
ricos huertos solamente
Despojos
quedan pobres, lamentables.
Vestigios de
anteriores admirables
Que apenas ya se ven difícilmente,
Riquezas que
se dice inalcanzables.
Que el calor
nos quitaron en la infancia
Al tiempo
que alegraron nuestros juegos
Bajo chopos
de sombra en abundancia
Al arrullo
del agua en sus cantares
Y a la caza
de ranas musculares
No volverán
en estos tiempos ciegos.
Que del río
manaban regaladas
Hoy no son
más que infectos albañales
Y
lagunas de hedor no depuradas.
Rincones de
floresta ornamental
Ruina son de
ellos tan sólo ahora
Y toda aquella fronda vegetal
Recuerdo
amargo es de bella flora.
Álamos que
crecían en muchedumbre,
Cañares que
formaban selva umbrosa
En el río
que nos dio la vida hermosa
Hoy son sólo
nostalgia y pesadumbre,
Y de todo queda
una sola cosa:
Abandono,
residuo y podredumbre.
Esfuerzo es
necesario y voluntad
De
recuperación de aquella era
De riqueza y
de hermosura tanta.
Desde La
Concepción hasta La Santa,
Y desde san
Miguel a Los Navarros
Desde La
Sierrecica hasta El Pilar
Y de Los
Menas hasta Santa Bárbara
Con un sólo
afán, de igual manera,
Sin excluir
ningún rincón de Overa,
Seamos de la esfera toda asombro
Piedras de
sillería sean los guijarros
Renazca el
ave fénix del escombro
Y volvamos a
revitalizar
La imagen de
nuestra localidad
Trabajando
en común, hombro con hombro.
Nunca
envidioso pueblo, sí envidiado
Que al resto
del planeta trasladó
Como de Itaca
Ulises añorado
Amores de la
tierra que dejó
Y emigró a
país o continente
De clima y
lengua ambos desconocidos
Hizo
trabajos mal retribuídos
Pisó una
tierra, gélida o ardiente
Y nunca del
esfuerzo se quejó
Ni añoró una
fortuna sonriente.
Mas, si
acaso alguna vez la suerte
Fue buena
con él, le fue propicia
Ahorró con
profusión, sin avaricia;
Del país de
acogida se alejó
Y volvió al
calor de la familia.
Emigrantes
De
Cesaraugusta hasta Urci llegó
Tres meses a
lomos de brioso corcel
Guerreando con moros sin darles cuartel
Aquel
belicoso rey campeador
Señor de
Navarra y de Aragón
Que mandó en
Zaragoza, aunque no en Teruel
Alfonso Primero el Batallador.
Combatió en otoño desde San Miguel
Que en
septiembre empieza, a final de mes
Pensando en
Granada una y otra vez.
Castillo de Overa en Santa Bárbara.
“En Nadal
alcázar de Overa avistó”
Y siguió la
ruta del río Almanzor
Luego que de
viandas se aprovisionó
Pues ya era esta tierra un rico vergel.
Alfonso I El Batallador y sus huestes llegaron, a través de
los pasos de Játiva y Peña Cadiella, a Murcia y al Valle del Almanzora, por el que
accedieron a Baza y a Granada.
En el anno de Nuestro Sennor de M CXXV, plegó sus
gentes et con él don Gastón de Bearne, don Pedro vispe de Caragoça, don
Esthevan vispo de Jacca; en el mes de octobre entraron en la tierra de los
moros, tallando et destruyendo plegoron a Valencia; et depués passaron Xucar
et talloron Dennya, depués passoron Murcia, depués fueron a d'Almeria, que la clamavan en aquel tiempo Urcia,
et a la raiz de una sierra et montanna
fincaron sus tiendas, et en el lugar que dizen Alcaçar tenieron la Nadal con
gran goyo et abastamiento de viandas. Enpués esto fueron a Granada et,
talando et destruyendo, depués cercó Cordova; y el rey sennor de todos los
reyes moros d'Espanna con todo su poder ixió a dar batalla en el lugar que
yes dito Azinçol et fueron vencidos los moros, et fue y el rey de Córdova et
morieron grandes gentes de moros que no y havía conta.
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||||
Crónica
de San Juan de la Peña
[versión aragonesa]
Juan
de Barbastro (trad.)
|
||||
En el siglo doce
se enseñoreó
De tierras
de moros, y poco faltó
Para
adelantarse a su sucesor
Fernando
Segundo aquél de Aragón
Quien con la
Católica reina Isabel,
Como antes otros, Overa pisó
Y luego Real Sitio en Antas montó
Y con bravas huestes villa conquistó
Que llamaban
Baria - aún Vera, no-
Antes que
Granada se viera también
Libre del gobierno del Islam feroz.
Don Juan de
Austria, temido militar, hermanastro de Felipe II
Llegó don
Juan de Austria hasta Zurgena,
Y cordero de
Overa en los apriscos
Daría a su
hueste una noche buena
Admiró las
fontanas fluviales
Contempló
los espléndidos trigales
Saboreó
negras moras de zarzales
Y aspiró los
aromas naturales.
De buena
voluntad, de la anarquía
Seria, bien
observada, y del civismo;
Aunque duró
poco su hegemonía.
Fue
arrancada de raíz por el franquismo
Y no quedó
más que melancolía
De aquella ingenuidad
e idealismo.
Luego fue el
nacionalcatolicismo
El que
recuperó la primacía;
Y esta vez,
como ejemplo de amiguismo,
A su jefe ofreció
una dama pía
Alojamiento
en su cortijo mismo:
El más rico
de todos los que había.
Allí
descansó Franco un solo día
Como jefe de
Estado -era su oficio
Y el de
mandar en plena autonomía-,
Con toda su
milicia y policía,
Atendido en
desvelo de servicio
Por algún
gobernante en pedanía
De la
localidad, fuera de quicio.
Aquel Marte,
fugaz pasó en Overa
Sólo el
tiempo de oír pavos reales
Graznar allá
entre los naranjales
Pero no
admiración pura y sincera
Aunque sí
miedo y paz reverenciales
Como en los
cementerios funerales.
El
“Guernica”, de Picasso, símbolo de la reconciliación, y advertencia.
Desapareció
el vertical sindicalismo
Nuestras
desavenencias se olvidaron
Y se esfumó
el oscuro pesimismo.
¡Pero cuánto
de aquello se perdió…!
¡Cómo llegó
la era decadente…!
¿Dónde se
fue la luz de aquella gente
Abnegada,
feliz que aquí vivió?
¿Volverá aún
a brillar incandescente
El saber
popular de mis paisanos
El hacer delicado de artesanos
La
ocurrencia ingeniosa, el fruto sano
De la
frase graciosa e inocente,
Del arte
primorosa de sus manos…?
Dice el
refrán que el palo se parece
A la astilla que de él se haya sacado;
O dicho de otro modo, que la astilla
Es según la
madera de que viene.
Deseo que el refrán vuelva a ser cierto
Y que sea
aplicable en nuestro caso;
Que
emprendamos quehaceres con acierto
Y cuando no
lleguemos a buen puerto
Sepamos desprendernos del fracaso
Como
supieron sortear dificultades
Los que nos
precedieron en edades
Antiguas,
nuestros antepasados.
Generaciones
nuevas llegarán
Que la nuestra a sus hijos como ejemplo
De honrada
estirpe y modelo a un tiempo
Ufanos y
orgullosos propondrán
Deseosos de
que sean hombres cabales
Y prudentes
mujeres principales.
Esta tierra
les agradecerá
La buena fama que ellos sepan darle
Y en su seno
amorosa acogerá
Al que, naciendo, vino a saludarle.
© Salvador Navarro Fernández
REALMENTE GENIAL. NUNCA LA HISTORIA DE UN LUGAR FUE TAN BELLAMENTE CONTADA Y TAN POÉTICAMENTE SENTIDA.
ResponderEliminarEs emocionante recordar aquellos años yo veraneaba alli mi padre y mi abuela eran de ahi seguro la recordaran ana maria garcia bonillo yo soy ana isabel hija de paco de valencia , que años tan bonitos de mi infancia ojala pudiera contactar con todos mis amigos de aquella epoca un saludo.
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