Bravos peloteros de Palacés dispuestos a ahuyentar males con sus cencerros y a labrar cualquier era. |
Tierra de frontera y de un río, aparentemente seco la mayor
parte del año, de aguas turbias e indómitas en época de avenidas, y casi siempre
pródigo en sus cimbras de aguas transparentes.
Tierra de mestizaje, donde las parejas son alcanzadas por
los dardos de Cupido sin importar el término municipal en el que se haya nacido
ni la distancia para visitar a la amada,
porque se puede recorrer fácilmente con los pies ligeros que da el
corazón enamorado. Me contaron que un
muchacho de Zurgena fue a rondar a una chica de El Cucador. Como en épocas
pasadas la riqueza de una familia se medía por el número de animales domésticos
que se poseyera; el joven en cuestión, que no era un “Castelar”, se sentó al
lado de la fémina objeto de sus deseos y le espetó sin que hubiera mediado más
palabra entre ellos: <…pues sí…, tu
padre y el mío de animales se llevan poco...>. Según palabras de mi
padre, allí se acabó el noviaje. Otra
anécdota graciosa ocurrió cuando mi progenitor preguntó a un amigo de Palacés,
que rondaba a una chica de Overa: <…Pero,
¿se lo has dicho ya…?. >. El palacero, algo tartaja, le contestó:<no, pepero lo tengo pepensado, me
sentaré a su lado y le prepreguntaré: Pa qué yo quiero saber que pa qué vengo
yo aquí…>. Tengo entendido que esta relación tampoco acabó en campanas
de boda. No sucedió así con mis padres (de Palacés y de la Ermita), ni con mis
tías (las de Palacés se casaron con novios de la Ermita y las de la Ermita con
novios de la propia Ermita, Zurgena y el Cucador), ni con mis abuelos (de
Palacés, de la Ermita y de los Menas).
Peloteros recuperados en Palacés preparados para labrar cualquier era. |
Nací en Palacés,
pero igual podría haberlo hecho en cualquier lugar de Zurgena como La Alfoquía,
El Cucador o Los Carasoles… O en cualquier rincón de Overa como La Ermita, Los
Navarros, Los Menas, Santa Bárbara o el Pilar. Mis ojos habrían visto los
mismos paisajes, mis oídos habrían oído la misma música, mi olfato habría
percibido los mismos aromas, mi paladar habría saboreado la misma miel y mi
piel habría acariciado a la misma gente. En Navidad habría bailado los mismos
bailes de Ánimas y habría disfrutado del jolgorio de las matanzas. En Semana
Santa habría vivido la misma explosión de azahar, la ilusión de los ramos del
domingo de pascua y las mismas meriendas en el puente Yerro. En verano me
habría bañado en las acequias, habría ido de romería al Saliente y me habría
enamorado en las mismas verbenas. Y, como no, en Carnaval habría sentido la
misma mezcla de emoción y temor al escuchar los cencerros de los Peloteros.
No sé si existe
alguna diferencia entre Overa y Zurgena, pero de haberla, sería insignificante
entre raíces comunes entremezcladas durante siglos y la que a mi parecer más
significativa, por diferenciadora de otras zonas de la cuenca del Almanzora,
son nuestros carnavales.
Sobre esta fiesta pagana se ha escrito mucho y bien desde
Overa Viva y a esta asociación debemos la pujanza, difusión y recuperación de
nuestras costumbres ancestrales como la vuelta de los osos, y como no,
la atención y el mimo que ponen en sus comparsas, máscaras y, sobre
todo, en los bravos y feroces ¨peloteros¨.
Las chicas de ayer. Overa años sesenta |
Dentro de las máscaras se engloba una cantidad de disfraces
caricaturescos, irreverentes, hermosos y equívocos. Unos con representación
ensayada, burlesca y llena de gracia y otros vistosos, para lucimiento de sus
portadores, y donde casi nada es lo que parece: el hombre se viste de mujer y
la mujer de hombre, el hacendado se viste de indigente y el sin recursos lo
hace de opulencia.
Me llama mucho la atención el disfraz que recuerdo de oso, dada la gran distancia que existe
entre nuestras latitudes y las del hábitat natural de los plantígrados. Esta
caracterización se realizaba en Palacés, con personas envueltas en zaleas de
oveja, atadas con cadenas y conducidas y
a la orden de su domador. Improvisaban toda suerte de gracias y piruetas
ordenadas por el mismo, allá donde tuvieran un público al que entretener.
¡Qué decir de los peloteros…!
las estrellas del festejo, que con sus camisas femeninas, sus estrafalarias
caretas, los cencerros atados a la cintura y un palo cuyo tamaño dependía de la
fuerza y la fiereza de su portador (mi padre llevaba el timón de un arado),
siempre en cuadrillas y formando un gran estruendo, ilusionaban, divertían y
asustaban por igual a jóvenes y ancianas. Me contaba mi abuela Inés (de los
Menas) que cuando era joven vio a un intrépido vecino encamisado que llevaba en
la cabeza un ¨apartaor¨, al que había sujetado dos guitas y en el extremo de
cada una de ellas pendía atada una rana viva. No es de extrañar que, a pesar de
que nunca se propasaran con ninguna mujer, se les temiera.
Bravos peloteros de Palacés dispuestos a ahuyentar males con sus cencerros |
Los peloteros de
Zurgena recogían a los de Palacés para reunirse con los de Overa. Una vez
congregados visitaban las tabernas donde bautizaban con vino sus gaznates y sus
camisas, con el cuerpo caldeado y los ánimos aún más, recorrían barriadas y
cortijos en busca de las muchachas. Éstas, se escondían juntas en una casa y
hacían todo lo necesario para ser descubiertas. Los mozos, con gran algarabía
de gritos y cencerros, conseguían rendir la fortaleza mediante alguna traidora
que en un descuido de las demás quitaba las dos vueltas de la llave y, si no
era así, los briosos jóvenes no reparaban en forzar una puerta o arrancar una
ventana con tal de dar un casto abrazo a todas las mozas sin reparar en si
estas eran feas o guapas. Para entretenerse mientras buscaban a las chicas, los
de Palacés hacían lindezas tales como labrar una era con un mozo al mando del
arado y otros tirando del mismo… Todos los despropósitos realizados por los
portadores de cencerros eran mirados con comprensión y simpatía porque, dada la
nobleza de los hombres de estas tierras, cualquier destrozo ocasionado, era
convenientemente pagado o reparado por los autores del desaguisado.
La tolerancia en
estas fechas era de manga ancha, como lo demuestra un suceso en un carnaval de
la Ermita allá por los años cincuenta. Mi tío José el Pardo se dirigió a los
alrededores de la iglesia, lugar en el que se concentraban todos los
espectáculos de máscaras, portando un carretón en el que iba un mozo liado en
una manta al que sólo se le veía la cabeza y gritaba:<¨pescaaaaao¨,
¨pescaaaaao¨>. Cuando más gente había agrupada mirando, volcó el carretón y
apareció revuelto con la frezada el joven mozo de Juana la Yesera como dios lo
trajo al mundo. Ante los gritos y risas de los presentes, el muchacho salió
corriendo en cueros vivos y como alma que lleva el diablo desapareció entre los
naranjos. Cuando le pregunté a una de mis tías si la gente no se ofendía ante
tales espectáculos, me contestó sorprendida que no, y que el que no quisiera
ver cosas como esa que no fuera al carnaval…
La
similitud de nuestras costumbres en
asuntos de máscaras con las de toda la cornisa cantábrica: Cigarrones,
Peliqueiros y Pantallas en Galicia… Zamarracos en Cantabria… Joaldunak en Pais
Vasco y Navarra ,las Trangas en huesca e inclusolos Kurent en Eslovenia, danzas
de osos en Rumanía y Mamuthones en Cerdeña, parece dejar claro que nuestro
carnaval fuera importado de tierras del norte con las sucesivas
repoblacionesque se llevaron a cabo en la zona a partir del sigloXVI, como
consecuencia de la despoblación que se produjo con la expulsión de los
moriscos.
El
carnaval norteño en el que encuentro más similitudes con el nuestro es el de Bielsa, pueblo
pirenaico de la provincia de Huesca, en el que los personajes fundamentales del
festejo son: las Trangas, Osos y
Madamas.
Llenos de fuerza y valor, los osos de Overa, anunciando primaveras. |
-Las
Trangas son interpretadas por mozos solteros del pueblo. Se visten con una saya
o falda larga, abarcas, la espalda la cubren con zaleas de macho cabrío.La
cabeza también la cubren con dicha piel,en la que además colocan la cornamenta
del animal.Se completa el disfraz con cencerros atados a la cintura y un palo
con el que atemorizan a los presentes. Simbolizan la virilidad y la fertilidad.
-Los
osos, cubiertos con zaleas de oveja,atados con cadenas y guiados por su domador
simbolizan la fuerza, el valor y la llegada de la primavera.
-Las
Madamas son las mozas solteras, ataviadas con trajes en los que predomina el
blanco, como símbolo de pureza, que combinan con sedas, brocados, rasos y
cintas de colores. Complementan su atuendo con collares y pendientes.
Los
paralelismos entre peloterosy trangas y los osos de los dos carnavales, me
parecen bastante significativos. En cuanto a las Madamas, me recuerdan un
disfraz típico de las jovenes de Palacés: las Gitanillas. Las mujeres solteras
y las niñas se caracteterizaban con faldas multicolores o lujosas enagüas blancas, mantoncillos de Manila,
collares y pendientes vistosos y el pelo adornado con coronas de flores de
papel, flores de almendro, lazos y cualquier adorno brillante o bonito.
Todas
las mascaradas a las que he aludido tienen como nexo común: el oso, las zaleas
(pieles de ovejas, carneros y machos cabríos, curtidas conservando el pelo),
los cencerros,la cabeza cubierta con los más estranbóticos
atavíos,rudimentarias armas intimidatorias como fustas o varas y, en algunos de
ellos como los joaldunak y las trangas, las enagüas y las sayas femeninas. El objetivo común de todos los elementos
enumerados es: ahuyentar los malos espíritus, desterrar el año pasado,
despertar la naturaleza con el sonido de cencerros y cascabeles y preparar el
camino al año entrante . Opino que sería y puede seguir siendo tambien la
finalidad de nuestros antiguos y nuevos carnavales.
Existe
tambien un culto primitivo al oso como símbolo de fuerza, virilidad y
fecundidad,cuyo rastro se encuentra en toda Europa y que se manifiesta en
festejos que coinciden con el fin de la hibernación del animal y la proximidad
de la primavera. Este culto, según la teoría del profesor de la Universidad de Iowa, Roslyn
Frank,estudioso de los carnavales vascos, es un vestigio que data del
paleolítico y que habría mutado en el transcurso de los siglos adaptándose al
carnaval.
Feroces pelotero de la Ermita de La Concepción, listo para abrazar a todas las mujeres que se le pongan por delante... |
De
todo lo expuesto, parece lógico pensar que las repoblaciones en nuestra ¨zona de osos y peloteros¨, se llevaran a
cabo con gentes procedentes de pueblos pirenaicos o cántabros, pero cuando he
viajado por esos lugares me ha llamado la atención la gran diferencia existente
entre las magras y adustas mujeres de pelo y ojos oscuros del norte y las
mujeres exuberantes y en un buen porcentaje de piel, pelo y ojos claros de
nuestra tierra. En mi opinión, tenemos más parecido físico con los
centroeuropeos que con los españoles septentrionales .
No sé
cómo ni por qué hemos llegado a ser como somos, corresponde a gente más sabia
que yo investigar y escribir la historia, pero me siento orgullosa de mis
raíces, de mis tradiciones y de la gran manifestación cultural que suponen
nuestros viejos carnavales.
En la
actualidad, las farsas de osos, peloteros,comparsas y mascaricas de curú curú
gozan de una magnífica salud en Overa. En la Ermita y Palacés volvieron a sonar
los cencerros en 2014 y volverán a hacerlo este año junto con todo tipo de
disfraces. En Zurgena hay un magnífico concurso de comparsas y las gitanillas
han evoluvionado al traje de volantes.
Espero
y deseo que reaparezcan los osos en las zonas en las que aún no lo han hecho,
que los peloteros abracen a las mujeres de todas las localidades en las que,
por siglos de historia,son patrimonio y seña de identidad y que los cencerros y los osos sigan
ahuyentando males y anunciando primaveras en tierras que, con todo derecho,
pueden llamarse de río y peloteros.
San Javier 21/1/2015
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